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Filtro Valencia

16/03/2022
 Actualizado a 16/03/2022
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Empezamos. Los de mi generación acabamos en la universidad con una patada en el culo patrocinada por una de las mayores crisis económicas y financieras que ha padecido este país. Ya hace once años de aquello. Decían que éramos «la generación más preparada» pero nadie vaticinó para qué nos capacitaban. La oportunidad laboral ‘de lo mío’ llegó con una precariedad similar a las vueltas previas que di por varias empresas de León enlazando contratos de un día. Nunca olvidaré aquellos ratos (largos) firmando altas y bajas sin parar en la Empresa de Trabajo de Temporal. «Firma aquí, y aquí, y aquí, y aquí» fue lo que escuché antes de la consabida monserga del «qué suerte tienes que trabajas en casa y de lo tuyo». Pura fantasía. Cuando parecía que iba una asomando la cabecica, llegó la pandemia no sin antes contemplar a finales de 2019 una riada cuya magnitud ni siquiera recordaban los más mayores. Contemplaba yo por entonces un Esla desbocado y embarrado sin saber que a los pocos meses nos iban a trancar en casa. Las calles se vaciaron por la presencia de un personaje protagonista que daba la cara en forma de contagios y muertes. Aquello parecía una película de miedo, y de las malas, con fantasmas que se llamaban Erte y con un asesino en serie que era una curva de incidencia. Esto ya empezó hace dos años y el largometraje todavía no se ha acabado. Entre mientras, erupcionó un volcán en La Palma y volvimos a quedarnos con la boca abierta al ver aquellas lenguas de tierra ardiendo que escupían las entrañas de un planeta enfadado. Pero para furia, la de los rusos que ahora han invadido Ucrania provocando un éxodo de refugiados que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Las imágenes de una destrucción desmedida congelan el alma y para eso nadie nos preparó. Decían de los de nuestra generación que íbamos a ser la primera que viviera peor que los padres. ¡Coño! Me parecía imposible con la cantidad de patadas que han tenido que dar ellos para llegar hasta aquí, pero todo se puede superar. Lo vi claro ayer cuando, con brío, subí la persiana y la vida amaneció con el filtro Valencia puesto (que se note que somos la generación de los ‘millennial’). Todo estaba cubierto de polvo, otra de ciencia ficción para la colección. Venga, hombre, que den vacaciones al guionista y que despidan al de los efectos especiales.
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