Zafia, fea, cutre, obscena, nociva, degradante y vacía es la política de compraventa, esa que pega más en el amarillismo del papel que en la necesidad de ‘Demo’-cracia. Es la que habla de chantajes, de buscar cambiar estrategias por cargos, que escogen vericuetos para alcanzar cimas ilusorias que solo denotan lo cerca que anda esa doctrina del sótano.
Da pena ver a ediles susurrar a los micrófonos con altavoz bombas de relojería con las que pretenden hacer saltar por los aires al contrario, sin darse cuenta de que les explotan en las manos al paso de ese grito mudo de revelación buscada.
Desbancar a un alcalde por recuperar una pedanía, contar con una concejalía y hasta un puesto para un vástago, es el precio que una edil ponferradina reveló que se le había puesto. Ni una palabra de gestión, ni media sílaba de lo que hace en su área. Solo vomitar una supuesta propuesta indecente con el fin de dejar en entredicho una oposición a la que le otorgaba un poder que tal vez no tenga. Pero la crítica vista desde fuera es que la insinuación expresa era larga, y quien la escuchaba, la dejó narrar. No dio el alto en la primera frase, la fue dejando evolucionar, tal vez buscando el atractivo, como queriendo ver hasta dónde llegaba o si tocaban los palos que quería escuchar. Tal vez no sea lo normal en política, pero de vez en cuando hay que taparse los oídos o la nariz, incluso los ojos, cuando lo que implica escuchar, oler o ver es tan irreverente que no puede seguir adelante. Pero tal vez la concejala no veía el segundo capítulo, el pos relato a una revelación que lo que sí dejaba claro era su nulo interés por remangarse y construir cosas para la ciudad, como juró o prometió al hacerse con el escudo que le cuelga del cuello.
En ese relato del después, el señalado señaló y desencajó las piezas de la narración una a una. Vació el contenido de cada premisa, pero se quedó el chantaje hacia terceros. Y, para evitar los daños, se dejó arrastrar por la ejecutoria inicial: la Judas que deja caer lo que podría hacer, aunque lo ponga en propuestas ajenas.
Y así, un vuelco a la torticera jugada. La oposición se alía con el presuntamente chantajeado como un colchón de seguridad que se llena de aire para amortiguar un posible tropiezo. Un giro de cadera político, con buena cintura, pero ofreciendo un triunfo ni pedido ni peleado. Solo para librar una batalla que devuelve un tercer capítulo: el de justificar alianzas que se pueden guardar en la manga por si sirven para la siguiente partida.
Un gran libro de primero de política basado en hechos reales: Regla de oro del edil, agárrate al sillón como si no hubiera mañana, y juega con él en beneficio propio. Es la carta con la que pierdes o ganas esos ceros que son principio y fin de este periplo del ‘Demo’-nio.