Si alguien pensaba que, con la llegada de la Navidad, la intolerancia y la crispación iban a verse reducidas, se habrá dado cuenta de que estaba más que equivocado. Y no me refiero a las luchas dialécticas encarnizadas que se dan en Nochebuena, cuando los salones familiares se convierten en campos de batalla donde, en no pocas ocasiones, padres, hermanos, cuñados y demás familia política pretenden ajustar cuentas pendientes. Donde pongo mi atención es en las batallas ideológicas y religiosas que nos regalan ciertos debates que, nos guste o no, desde hace ya algún tiempo se vuelven recurrentes por estas fechas.
Sí, me refiero a las diferentes fórmulas utilizadas para felicitar las fechas que transitamos. A la originaria de Feliz Navidad le salió hace tiempo la competidora de Felices Fiestas y ya hace menos tiempo ha llegado a nuestras vidas el Feliz Solsticio de Invierno. Pero no se fíen, no descarten en absoluto la aparición de nuevas maneras de nombrar algo cuyo único objetivo sea separarnos más de lo que estamos, cuando paradójicamente debería ser una época de amor y confraternización, independientemente de si uno es cristiano o no.
Lo que es evidente es que la manera de nombrar algo va más allá de lo anecdótico, como algunos pretenden hacernos creer. La importancia del lenguaje ha sido y será clave en nuestra convivencia, de ahí que exista este enfrentamiento sobre la manera en la que realizar dicha felicitación. Por lo tanto, cuando alguien esgrima entre sus argumentos que da lo mismo las palabras que se utilicen, una de dos: o es un ingenuo o un manipulador de manual. Por lo tanto, una de las pocas certezas que existen en este debate es que sí es importante la elección de las palabras para hablar sobre algo. Fíjense si es relevante que en 2021 se filtró un comunicado interno de la Unión Europea en el que la Comisión de Igualdad recomendaba a sus trabajadores evitar la utilización de Feliz Navidad por sus connotaciones religiosas. Tal fue el revuelo que se montó, que dicha Comisión tuvo que disculparse y retirar esa propuesta.
Bajo el pretexto de la inclusión y la multiculturalidad se generan ciertas polémicas, con una importante carga de profundidad ideológica, que en muchos casos tienen más fácil solución de la que nos imponen ciertos dirigentes y opinadores. Que alguien me explique el motivo por el que algunos huyen de utilizar la fórmula conjunta Feliz Navidad y Felices Fiestas. A ver si es que van de tolerantes e inclusivos y realmente son unos intolerantes y fanáticos.