31/12/2023
 Actualizado a 31/12/2023
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Concluye el año, señoría. Y el nuevo, que mañana se inicia con un guarismo par, no pinta nada bien. Los españoles lo afrontan intranquilos por lo que saben y por lo que intuyen. Que, quizá, sea peor aún. Porque si el baluarte del ciudadano de a pie es la economía, es fácil intuir que todo se vaya a hacer gárgaras. Los augurios, desde luego, lo vaticinan. En esa dirección, España vive uno de los peores momentos de su historia. La gente lo está pasando mal, la están tocando los costados, y eso es inadmisible. Sobrevivir se ha convertido en un acto de fe para millones de familias, que vienen perdiendo, en goteo permanente, calidad de vida. Esta es la realidad que se palpa (y se sufre), mientras los políticos con responsabilidades gubernamentales vuelven a pintar el lienzo de color de rosa. Cuestión de lavar conciencias. 

El miércoles aparecía ante los medios de comunicación el presidente reversible –le da la vuelta a la chaqueta dependiendo de sus intereses–, con el fin de avanzar un nuevo (?) paquete de medidas aprobadas en el consejo de ministros de esa misma fecha. Y las indicaba señalando machaconamente que el ‘gobierno progresista’ sustentaba con ellas el bienestar general. La manoseada falacia que el ‘amo’ mudable usa como comodín perpetuo desde que llegó a la Moncloa. 

Lo cierto es que en España el umbral de la pobreza aumenta de forma vertiginosa. Cada vez más gente llega a final de mes descangallada y con las carnes abiertas, mientras a su alrededor comprueba que lo que escribiera Pedro Calderón de la Barca en el siglo XVII (‘La vida es sueño’), es una realidad en el XXI. «Cuentan de un sabio que en día, tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo?; y cuando el rostro volvió, halló la respuesta viendo que otro sabio iba cogiendo las hierbas que él arrojó». Es lo está ocurriendo en España.

Según las estadísticas sobre la economía doméstica del españolito medio tirando hacia abajo, la famosa cesta de la compra, la del pan, la leche, los huevos, el aceite, la carne y el pescado aumentó en 2023 alrededor de unos 1.000 euros; es decir algo más de 83 euros al mes, que es una barbaridad. Pero eso no se cuenta. El gobierno lo ‘traspapela’ entre eufemismos de mercadillo. 

Todo ello, sin embargo, no le ocurre a la claque que rodea al reversible. Por ejemplo, a la exministra de Transportes, la catalana Raquel Sánchez, que pasó por el cargo con más pena que gloria, ha resultado premiada con el dedazo presidencial. A partir de ahora asumirá la presidencia de Paradores –un trabajo ‘extenuante’ de viajes y banquetes–, con un salario de 157.000 euritos. Y vengan días y caigan ollas. ¿Feliz 2024?, pregúntenle al vecino.

 

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