La España actual es fruto del perdón, pero no del olvido y afortunadamente, aunque la memoria se vaya desdibujando la tenemos suficientemente despierta para trasladar a las generaciones venideras lo que ha ocurrido durante tantos y tantos años hasta llegar a la España de hoy.
No sé muy bien porque tenemos esa tendencia, no voy a querer decir «malintencionada», para distorsionar nuestra historia y pintarla de colores y contenidos que no son ni obedecen a la realidad de la misma.
El secuestrar la historia y trasladarla a nuestras jóvenes generaciones debería ser una doble responsabilidad con mayúsculas, por un lado, no difuminarla, y mucho menos radicalizarla y que les impida tener criterio y por otro, trabajar por la humanización de lo que debe ser la política.
La política siempre debe de adaptarse a nuevas necesidades y buscar el acuerdo y el consenso para, como siempre decían nuestros mayores, «evitar males mayores».
Nuestros padres siempre son nuestros modelos sociales primarios, otra cosa es que la dinámica social y política se empeñe en que nos llevemos mal con ese aprendizaje que no deja de ser vital para poder avanzar en el progreso, en la tolerancia y en la solidaridad.
No olvidemos nunca que nada es posible si no partimos de estas bases que nos ayudan a caminar por la senda del entendimiento.
Desconozco la razón por la que, cuando intento explicarme situaciones complicadas siempre pienso en un aula en la que hay alumnas y alumnos con muy diferentes mochilas que se las ha ido cargando la vida en función de su sexo, color, bienestar, apego familiar, social, etcétera, etcétera y pienso en el cómo enfrentan el aprendizaje y la convivencia teniendo tan distintos soportes.
Un buen maestro siempre trataría de conquistar a los más rebeldes para hacerles sentirse importantes y no siempre discriminados o desatendidos y así ir caminando a su lado hacia la normalización de sus sentimientos y emociones, esos que le impiden aprender, entender y crecer.
Tristemente nos pasamos la vida aprendiendo para evitar el castigo y nos guste o no, no estamos diseñados para vivir en soledad, por lo que nuestra obligación como políticos será trabajar siempre por la normalización de las conductas, despertar actitudes solidarias que tracen un camino hacia el progreso y la tolerancia.
Señor Aznar, Señor Feijóo, Señor Abascal y demás cómplices, una pregunta ¿se les ha borrado la memoria, recuerdan sus actos y decisiones políticas?
Señor González, le voy a contestar a la a la cuestión que le plantearon los periodistas… y a la que usted respondía «¿por quién me toman ustedes?».
Ya se la contesto yo, ya que su memoria que no parece estar muy afinada y se lo dice una mujer que lo recuerda como si fuera hoy: «NO A LA OTAN».
Yo fui de aquellas personas que en una noche y tras una aparición en televisión en la que argumentó con destreza el sí, cambié de opinión como un inmenso número de españolas y españoles, que no en honor de que nuestro criterio hubiera cambiado, sino en pro de la concordia, decidí decir SÍ a la consulta que le cambió a usted radicalmente su posición.
«El que vale, vale para todo» dicen en mi pueblo.
Desde este pueblo de Montaña, Murias de Paredes, al igual que en el resto del mundo, nos despertamos cada día con noticias aterradoras que nos hacen tambalearnos y sufrir en silencio mirando al cielo, observando por qué derroteros va este mundo o por los que nos quieren llevar.
¿Realmente los responsables políticos nos preguntamos por la trascendencia de nuestras manifestaciones públicas?
Yo sí le voy a responder al señor Gallardo cuando reclama «una gran resistencia y reacción no violenta frente a los que sientan las bases del próximo golpe de estado», debería de medir sus palabras, reflexionar y pensar antes de lanzar estos mensajes incendiarios que más apariencia tienen de insurrección que de ninguna otra cosa.
La vergüenza se siente cuando alguien pelea por destruir lo que existe y no pone un ápice de su esfuerzo para poder avanzar hacia adelante. Miedo me da cada vez que le escuchó y cada vez que hace públicas sus predicciones y por cierto, me siento muy orgullosa del Sr. Tudanca y resto de compañeras y compañeros en las Cortes de Castilla y León.
¿Cómo se puede motivar y sacar gente a la calle para protestar e inculcar intolerancia, deshumanización, falta de solidaridad y hacerles creer que ese es el camino adecuado? Grave error insensibilizar a la población ante el sufrimiento.
No somos capaces de evaluar las terribles consecuencias que esto puede suponer, como fobia, intolerancia, brutalidad, etc. ¿Dónde ha quedado el sentido común de la política? ¿Hacia dónde nos lleva el silencio?
Trabajar en solidaridad y cooperación es igual a éxito.
Gracias, Señor Presidente Pedro Sánchez y equipo de negociación, por seguir creyendo y trabajando por buscar el acuerdo y el camino de la integración.
Y nuevamente gracias a nuestro expresidente, José Luis Rodríguez Zapatero, por haber dado la cara una vez más.
Mientras la sanidad, la educación y los servicios fundamentales se desmoronan, soliviantamos a la población y la alejamos del foco de lo que realmente tienen que pelear.
Me reitero en mi tozudez y mis convicciones: la política debe de ser un instrumento para solucionar problemas y no para crearlos.