Uno se crio en una época convulsa y peligrosa; nací dos años antes que de que, por culpa de los misiles cubanos, todo estuviese a punto de irse a la mierda (faltó un pelín), en plena guerra del Vietnam, y con los árabes y los judíos dándose hostias un día sí y otro también. En el plano interno, la verdad, era todo una balsa de aceite, mayormente porque no quedaba otra, ¡a ver quién era el guapo que se movía para hacer frente al general! Todavía no había llegado la “revolución del 68”, la que de verdad cambió el mundo en el plano político, cultural y sexual, incluso en España. Franco, el general, era un elemento (de esto no creo que le quepa duda a nadie), pero despedir a un obrero en esos años era casi imposible. También hizo casas a gogó (pequeñas, hacinadas, destartaladas), y consiguió, en aquellos años, que millones de guiris nos visitasen y dejasen muchos dineros...; a modo de ejemplo, Calviá, un pueblajo cerca de Mallorca capital, tenía más hoteles que Grecia. En su debe (como ahora), también, bajo su mandato, miles y miles de españoles tuvieran que abandonar su pueblo o su ciudad para buscarse la vida en Bélgica, en Holanda, en Suiza o en Alemania, dejando a un lado, irrecuperable, sus raíces. Su forma de afrontar los problemas sociales, por ejemplo, los alquileres de los pueblerinos que iban en masa a Madrid, Barcelona, Bilbao o Valladolid, eran talmente como los que se aplicaban en los países comunistas o social demócratas..., ya sabéis, los “extremeños” se tocan... Había, por entonces, un tejido empresarial inmenso que dependía del Estado, con lo que estaban garantizados los puestos de trabajo y las regalías (economatos, colonias de vacaciones), que conllevaban. Cuando llegó la democracia y el Psoe ganó las elecciones del 82 por mayoría absoluta, lo primero que hizo (seguramente siguiendo las órdenes de una Europa a la todavía no pertenecíamos), fue desmantelar el tejido industrial del país, privatizando todo lo habido y por haber. A este desastre siguió lo de “OTAN, de entrada, no”, qué por arte de birlí biloque, se convirtió en un sí, sin dar ninguna explicación. Hoy, septiembre del año del señor de 2025, esa Europa a la que ansiábamos entrar, se ha vuelto loca, siguiendo los mandatos de los que en verdad mandan, los anglosajones, y estamos a punto de enfrascarnos en la III Guerra Mundial, así, por la cara. Estamos tan tontos que cancelamos a los rusos incluso en lo que deberíamos aprender de ellos: la literatura, la música y la forman en la que aman a su país. Y luego están los estándares informativos de los diarios y las televisiones. Por ejemplo, el día 7, domingo, se nos contó con pelos y señales que los rusos, esos hijos de puta, habían bombardeado media Ucrania. ¿El balance?: cuatro muertos y una decena de heridos. Ese mismo día, Israel masacró (otra vez), la ciudad de Gaza, dejando un saldo de ochenta palestinos palmeras... La Unión Europea, esa desgracia, ha puesto el grito en el cielo hablando pestes de los rusos, en general, y de Putin en particular. Hasta he llegado a escuchar en las noticias que Putin, el chino y el coreano del norte son “sátrapas”, “dictadores de pacotilla” y todas las lindezas que lleguéis a imaginar. No voy a entrar a discutir sobre la legitimidad de los unos y de los otros..., pero me parece que la catadura democrática de ambos bloques los deja muy igualados. Decía Borges, siempre y en todo lugar uno de mis referentes de cabecera, que “los hombres, un día, lograrán vivir sin gobiernos”,definición meridiana de lo que piensa un anarquista de pro. Volvemos a lo de siempre, a las varas de medir. Si China, por ejemplo, monta una base en México o en Guatemala, los yanquis tardarían una semana en decretar un bloqueo naval, en movilizar a su ejército y, por fin, en atacar. Si cambiáis México por Ucrania y a los americanos por los rusos, tendréis la misma ecuación que daría, claramente, el mismo resultado. Pero ¡claro!, unos son buenísimos, unas hermanitas de la caridad y los otros son el diablo con cuernos y con rabo. Como los judíos, la “única democracia” en Oriente Medio, que tiene todo el derecho para hacer lo que le da la gana en nombre de la “libertad”: a masacrar a un pueblo abandonado por todos, a destruir Irán, a, en definitiva, hacer las mismas barbaridades que hicieron con ellos los nazis... Y occidente (a pesar de todo el revuelo que se ha montado con la Vuelta, por ejemplo), a callar y a permitírselo. Lo último de Sánchez respecto a Israel es, no lo dudéis, un brindis al sol. Salud y anarquía.
Extrapolaciones
11/09/2025
Actualizado a
11/09/2025
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