El cielo quedaba tan cerca esa noche que podíamos habernos traído Orión a casa. Las estrellas estaban desnudas y temblaban de frío. Parecía que bastaba con estirar la mano para cogerlas pero, después de varios intentos sin fruto, decidimos seguir nuestro camino hasta la casa del artista. Las grandes moscas metálicas vigilaban en silencio desde la verja del jardín. Muchos veranos atrás, aquí soñaba la música. «Vine con mi madre hace años a uno de los conciertos de piano», me dijo José García Alonso, el amigo que nos había llevado hasta allí.
Sobre las ventanas de la casa, justo al lado, se cerraban unas pestañas blancas. Me pregunté si esa casa, la de Eduardo Arroyo, volvería a despertar y sus tesoros, su gran biblioteca, serían revelados.
El viento nos congelaba la cara y, con Bego y Pablo, volvimos al acogedor comedor de madera y cristal de La Bolera. Huevos fritos con chorizo y patatas. De postre, Pilar nos había prometido fixuelos con chocolate. Y cumplió. No podíamos terminar mejor la noche.
Era la celebración de la tarde pasada en Villablino este miércoles, tras una presentación con un público muy cálido, en la sede de la Fundación Sierra-Pambley. Es una suerte estar en un sitio así, en esa casona de piedra transformada para la cultura. Subimos después a la galería acristalada y vimos la exposición de pintura de las salas. Ahora más que nunca, Villablino necesita recuperar actividades que mantengan viva esta casa, como aquellos cursos de verano para universitarios que ya no se hacen. A estas salas y a las aulas de las antiguas escuelas les faltan voces para estremecerse.
En una noche parecida, pero del invierno de 1885, nació la fundación. Con ese propósito llegaron al Valle tres viajeros: Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Manuel Bartolomé Cossío. En la casona les esperaba Francisco Sierra Pambley. Una reunión junto al fuego sería el inicio de una labor educativa única. Lo cuenta mejor que nadie otro astro lacianiego, Luis Mateo Díez, en su relato Las lecciones de las cosas. Fue una noche lunar, con la nieve en los altos, en la que esos hombres quisieron crear todo lo bueno «que el Valle pudiera soñar para sí mismo».

Estrellas de Laciana
30/03/2019
Actualizado a
19/09/2019
Comentarios
Guardar
Lo más leído