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Estar pasado

02/11/2025
 Actualizado a 02/11/2025
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Ayer sábado se celebró en el Palacio de Congresos el oportunista Hallowindie agotando entradas según su web y con León Benavente reventando corazones de cuarentones existencialistas. Ojalá que el Purple consiga vender tantas entradas como el anterior, ahora que ha cerrado cartel incluyendo a The Horrors y The Boo Radleys, que creo que sean lo que de codos sobre la barra del Café Luna se definiría como grupos con tirón. Es de agradecer a los programadores gallegos del festival propiedad de Estrella el esfuerzo. 

A pesar de eso y porque aquellos dos grupetes no están en mi dieta, no se me aplaca el hambre tremenda de concierto gordo, de los que te dejan vacío (o lleno) y adolorido. Y no veo nada en cartelera. Como no me gusta repetir artista, por economía de medios y porque no quiero que se me desvanezca la mística de la primera vez, y llevando casi tres décadas salivando ante directos memorables cada vez es más difícil que surja la apetencia. El último al que asistí, uno de Gorillaz con Albarn derrochando carisma, se me amargó un poquito por el repertorio. 

No es nueva con la música en vivo esa sensación de «no echan nada». Llevo más de diez años que me cierra el apetito lo poco que se nos ofrece en España de giras de renombre. A cuentagotas y con sospechosa periodicidad vienen los muy grandes (ACDC, Springsteen, Stones) pero su formato no entra en mi dieta. Los que ya no veré nunca (Nirvana, Suicide, Cohen) no cuentan y los disueltos (Smiths, REM, Daft Punk) aunque se rejuntasen nadie sabe si se limitarían a tocar en su cocina como Oasis. Mis pendientes  (Tom Waits, Nick Cave, Pulp) aparecen cada mucho tiempo. Muchos grupos que merecen la pena solo vienen a festivales, como es el caso de My Bloody Valentine al Primavera en una jornada con compañeros de cartel que me son transparentes.

El caso es que aunque sigo algunas novedades (debo de llevar escuchadas cien veces la reciente “Berghain” de Rosalía), analizando el asunto con detenimiento, de todos los artistas que ansío ver se puede decir que ya le dieron la vuelta al jamón, como poco, hace un tiempo. Quizá mi atención musical por los nombres nuevos dejó de ser real hace lustros y las flores de un día no me interesan lo más mínimo. Por eso me chifla cantar “Loosing My Edge” de LCD Soundsystem, porque la hago mía. Nunca sentir estar pasado sonó tan cool y tan poco oportunista.

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