julio-cayon-webb.jpg

Estafadores del amor (y la política)

04/02/2024
 Actualizado a 04/02/2024
Guardar

Durante las últimas semanas y como consecuencia del asesinato de tres hermanos en la localidad madrileña de Morata de Tajuña, ha vuelto a saltar a la opinión pública el modus operandi de los llamados estafadores del amor, unos mangantes que desde lejanos países y, también, naturalmente, desde la propia España se dedican a vaciar las cuentas de las ingenuas y enamoradizas mujeres de buena voluntad. Seguro, asimismo, que habrá hombres en iguales circunstancias, pero esos datos se desconocen. O, quizá, los perjudicados no lo denuncien por vergüenza. O vaya usted a saber porqué. La cuestión es que los timados, con el raciocinio decrecido en el momento del asalto a sus sentimientos, se creen todo lo que el amor platónico les susurra al oído mediante la pantalla del ordenador como frontera; se rinden a sus pies y, al final, acaban desplumados.

En realidad –y al margen de la obtención de réditos delincuenciales directos, como en el caso de los amoríos tóxicos del internet– el (actual) mundo de la política se mueve sin decoro en los parámetros del fraude continuado. Se estafa al ciudadano mediante engaños cínicos, promesas imposibles y desahogos perversos. Es como si formara parte de una tramoya infectada de carcoma. Y, así, una vez tras otra y elección tras elección, los políticos-termitas se impulsan como pez en el agua para horadar y destruir las neuronas de los más cándidos del paisanaje. Que deben ser legión en esta España de abusos por decreto.

Las elecciones gallegas, el domingo 18, están a tiro de honda. Y los partidos concurrentes, todos y cada uno, se aprestan a los anuncios fáciles y a las ofertas atractivas, como si de un zoco tunecino se tratara. Y unos más y otros no tanto se pasarán de frenada en sus propuestas. Es un catón cíclico. Pero hay que saberlos distinguir. Y esa es la clave. Del mal, el menos. Es a lo que siempre se aspira cuando las cosas no se ven claras. 

Si alguna organización ha hecho uso y abuso de las mentiras más desvergonzadas, esa ha sido el PSOE. O, mejor dicho, el presidente reversible, que no se ruboriza nunca, pese a que le digan a la cara las verdades del barquero. A lo sumo, algún gesto hipócrita y de extrañeza; y hasta ahí. En junio hará seis años que duerme en La Moncloa y, desde entonces, las ha metido cuadradas, rectangulares y poliédricas con tal de seguir en el poder. Su persona –él se dirige a sí mismo como ‘mi persona’– no tiene límites con eso que se ha inventado del cambio de opinión. Y lo curioso del caso es que le funciona. Y hasta sus correligionarios y afines lo amparan con gusto. Ahora, en los comicios de Galicia, soltará alguna que otra perla cultiva. Es lo suyo. Gallegos, ojo avizor, que os la clavará en el momento en que conjugue el cinco.

Lo más leído