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Esperando al giro de guion

03/11/2023
 Actualizado a 03/11/2023
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La política siempre ha tenido parte de teatro. La ‘cosa pública’ no sólo consiste en gestionar, también importa la construcción de lo que algunos llaman ahora el relato, medir los tiempos y establecer ciertas puestas en escena para captar la atención del ciudadano y hacerle llegar los mensajes de la manera más efectiva posible.

Sin embargo, desde hace unos años, con la irrupción de nuevos partidos en las instituciones con sus mensajes populistas y lo que es peor, la adopción de esos mismos mensajes entre ciertos partidos tradicionales, ha provocado que muchos estén convirtiendo la política en un vodevil cutre, chusco y zafio, donde nada sea lo que parece, todo responda a intereses personales y se «retuerza el brazo» al lenguaje para que, hasta conceptos tan claros como la mentira, se ‘vistan’ como simples cambios de opinión u honorables rectificaciones.

Justo ahora, tras empalmar más de 15 años de crisis financieras y de deuda, intentos de golpes de estados, pandemias y cambios disruptivos en la sociedad y en la economía, cuando los agentes económicos internacionales, los grandes inversores y el mercado de capital, lo que más valoran es la seguridad jurídica de los países, la seriedad de las instituciones y unos gobernantes en los que se pueda confiar, en España nos hemos propuesto terminar con nuestra credibilidad como país, enfangando absolutamente todo y poniendo en cuestión nuestro ordenamiento jurídico y hasta La Constitución, con tal de satisfacer los intereses, ya no de un partido político, sino los de un puñado de personas.

Nosotros, los ciudadanos, también tenemos responsabilidad en todo esto y así como en cualquier película, serie u obra de teatro, sabemos que se trata de ficción y así nos lo tomamos, en algo tan serio como la política y la estabilidad de España, nos tragamos las mentiras que nos dicen a diario sin rechistar y aplaudiendo con las orejas cuando se ríen de nosotros.

La negociación con Puigdemont para la investidura de Sánchez y la aplicación de una posible amnistía a todos los responsables, seguidores, defraudadores y hasta terroristas entorno al golpe de estado de Cataluña, parece ya la guinda de este gran pastel de estiércol. Sin embargo, como de cierta gente no te puede fiar lo más mínimo y no les dejarías encargados ni de regar las plantas de casa al irte de vacaciones, todo es posible a estas alturas.

Puede que nos sigan mintiendo, que se mientan entre ellos o que, incluso, se mientan a sí mismos. ¿Qué seguridad tiene Pedro Sánchez de que, después de ceder hasta la dignidad, Puigdemont en su miedo de pasar por un charnego, le exija una nueva barbaridad que ni él pueda aceptar? y ¿qué seguridad tiene Puigdemont de que realmente, cualquier acuerdo sobre amnistía no sea sólo fuegos de artificio de Sánchez para ganar tiempo e investirse presidente, a sabiendas que el Tribunal Constitucional finalmente lo echará para atrás? 

En este sainete de figurantes, comediantes y faranduleros, esperen en cualquier momento un giro de guion.

 

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