En esta ocasión son alrededor de 150 puestos de trabajo directos los que se pierden. Y en torno a un millar, los indirectos. Esos números no son meros datos que se contabilizan para unas estadísticas que, por cierto, aquí no suelen ser indicadoras de buenas noticias… No. Esos números son paisanos nuestros, personas como tú y como yo –cada una con su familia– que, de buenas a primeras, se van a quedar sin empleo…; gente normal y corriente a la que se le presenta ahora una situación más que delicada, especialmente teniendo en cuenta que, en esta tierra nuestra, hay cada vez menos oportunidades… entre otros motivos –no me cansaré de repetirlo– por formar parte de la comunidad autónoma de Castilla y León… Esos números son también puestos de trabajo a los que ya no podrán acceder las generaciones venideras; una opción menos para su futuro laboral… Esos números son, en definitiva, un nuevo mazazo a León. Uno más…
La semana pasada, Azucarera –filial del grupo británico Associated British Foods– anunciaba un ERE que afecta a más de la cuarta parte de su plantilla en toda España –a 251 trabajadores, entre ellos los leoneses, de los 946 con los que cuenta en total– y el cierre de su fábrica de La Bañeza. Así, de un plumazo, se baja la trapa a una factoría que, en funcionamiento desde 1931, lleva casi un siglo siendo uno de los motores económicos de la zona; una noticia que es, si cabe, aún más difícil de digerir habida cuenta de la importancia de la remolacha en nuestra provincia, que el año pasado fue en la que más se sembró de toda España: 10.400 hectáreas, prácticamente un tercio del total de la superficie cultivada en Castilla y León…
Se acaba, de esta forma, con la industria azucarera en una provincia leonesa que, al iniciarse la década de 1990, contaba con tres plantas –además de la de La Bañeza, la de Santa Elvira en la capital y la de Veguellina de Órbigo, que cesaron su actividad en 1992 y 1998 respectivamente–, y ahora se queda sin ninguna. ¿Qué será lo próximo?