Estoy leyendo, y releyendo, el libro de Gloria Fernández Rojas ‘Escribir y reescribir’. Un manual para la corrección de los textos narrativos. Me gusta releer frases que he ido subrayado mientras me tomo un ‘rooibos’. Sin prisa, dejando espacio y tiempo, en plena consciencia. Así, pienso, algo se me quedará para cuando realmente escriba. Que quizás sea esta tarde, o mañana por la mañana a primera hora.
Ya solo el índice del libro merece reflexión: «Corregir es seguir creando»; y esto anima. Después de haber publicado recientemente ‘De ahorrador a inversor. Slow finance’, un libro sobre inversiones financieras, y ‘A orillas del Curueño. Aforismos, encuentros y demás’, que presentaré en octubre, ando escribiendo y reescribiendo una biografía, la de Popeye; alguien, por lo que he podido comprobar, al que la mayoría de los que vivimos en León conocemos; al menos de oídas.
Y propone la autora como poco «tres lecturas del primer manuscrito». La primera, para comprobar si la voz del narrador y la perspectiva desde la que cuenta son las más adecuadas; si el tono, el tiempo y el espacio son los que la historia necesita; si la trama está bien armada y si hay una buena distribución de la tensión dramática; nos fijaremos en los personajes y en su función y si el desenlace responde a las expectativas que se han ido creando.
La segunda lectura nos permitirá comprobar aspectos relacionados con la unidad, el significado, la verosimilitud, el equilibrio, la intriga, el simbolismo, los detalles. Servirá para ajustar datos, para comprobar que encajan las informaciones, los colores, los olores, las estaciones del año…
En la tercera lectura, echaremos un vistazo al discurso, a la prosa en su conjunto: si se produce algún ‘desfallecimiento’; será también el momento de fijarse en los aspectos gramaticales, las frases enredadas, la afectividad de los verbos, la precisión de los adjetivos, la puntuación.
Y es que «Escribir es reescribir», como dice mi maestro Manuel Cuenya.