06/10/2021
 Actualizado a 06/10/2021
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Fea pintan a la envidia, yo confieso que la tengo…», pero no como Lope, de unos hombres que no saben quién vive pared en medio, tampoco como la de Machín que, de tan exagerada, hasta a su voz envidiaba, por decir el nombre de su amor. Yo tengo envidia de las tierras, de las fincas recién paridas que descansan ahora, estas primeras semanas del otoño, con la satisfacción del deber cumplido, con la tranquilidad de que nadie va a exigirles nada, de que ni tractor ni siquiera azada las va a despertar de su profundo sueño, reparador, necesario. Tierras trabajadas que han entregado el fruto y ahora, en paz, olvidadas, al caminar cerca de ellas, uno se llena de calma. La misma serenidad que se siente y te contagia sentarse a la orilla del río, reconocido en su propio caudal del que ya no sacarán agua para regar. Esa corriente ya sin conflicto con el mundo y en paz consigo misma, a la que ni me atrevo a tirar piedras por no profanar lo sagrado de este templo, corre con la serenidad de saber que no habrá más agua prisionera, que toda ella llegará al mar, que no habrá más comportas, canales, acequias, no más heridas que la desangrarán. Si quieren oír al río cantar, estos son los días que mejor suena su voz. Acérquense a escucharlo, pero tengan cuidado porque quizás, después no quieran volver a la ciudad, les duelan los ruidos. Envidia de esa calma, de esa ataraxia (ausencia de dolor en el alma por no desear ni temer nada) en las que las arañas no hacen telas, sólo hilos que flotan en la suavidad de un aire que nada espera ni nada quiere atrapar. Envidia de haber hecho y cumplido. Envidia de desembocadura y seguro mar.

Para alegría, espero, del director de este periódico, escribo hoy sobre la actualidad. No es que David me amenace con echar abajo esta columna, siempre ha sido generoso y en buena medida ha admitido mi albedrío, pero sé que es de la opinión de que la actualidad no debe estar ser extraña en un periódico. Así que yo, por hacerle feliz, he elegido para mi regreso (no es bueno regresar, no es bueno) lo más actual: el otoño, el cambio de luz, el insano deseo de jerséis, la leña ya apilada y este sol, este bendito sol, en este cielo. Desde mi humilde entendimiento, el otoño es lo que verdaderamente está pasando. El resto son noticias, hechos pasajeros que nada alimentan y además engordan.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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