Qué envidia, cabrón

18/04/2025
 Actualizado a 18/04/2025
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Los que nacimos a finales de los 80 y principios de los 90 apenas fuimos a las guarderías por las que ahora, siendo padres, nos pegamos en busca de una plaza en la que poder dejar a nuestros hijos ante la obligación o el pensamiento de que no ir al colegio hasta los 3 años es poco menos que condenar su futuro y, no menos importante, con la intención de que nuestros padres vivan un poco mejor aunque se ofrezcan a hacerlo. Los abuelos asumían la obligación de quedarse con los pequeños, una suerte de esclavitud que aceptaban encantados deambulando entre parques y kioscos esperando el final de la jornada laboral de sus hijos. 

El caso es que contaban mis abuelos que, desde pequeño, me gustaba jugar a ser jubilado. A poner las manos detrás de la espalda y ver obras. A disfrutar de la vida con la satisfacción de tener el trabajo hecho.

Mi sueño es jubilarme y quizás no se hayan enterado (asunto difícil, porque ha sido la jubilación más mediática de esta ciudad en los últimos años), pero el hombre que tengo sentado al lado tirará sus últimas fotos la próxima semana. Mauricio Peña se jubila una vez no han fructificado mis negociaciones con él durante meses para buscar la fórmula por la cual pudiera traspasarme sus años cotizados para poder hacer yo lo propio.

Dice Mauri que por él ya estaría y que además no piensa volver a coger una cámara, que no va a echar esto de menos y que le va a faltar tiempo para hacer todo lo que quiere ahora que lo va a tener. No tendrá que ir a la carrera a las convocatorias, de lado a lado de la ciudad mochila en hombro, pudiendo llegar con margen a los sitios... no como aquella vez que fuimos al Bernabéu a ver a la Cultural y un atasco en la Castellana nos obligó a entrar al campo con el partido ya (muy) empezado, pero a cambio me enseñó que en la gasolinera de Villavieja se comen unas hamburguesas cojonudas. Porque sí me ha enseñado mucho de periodismo, pero más de lo que hay fuera de esta profesión, que al final es lo que se queda.

Peña ya estaba aquí cuando llegué y, como él mismo dice, no era el abuelo en el que me he convertido. Me jode que no siga aquí cuando me vaya, pero alguien tendrá que contar batallitas en otros lugares.
Así que eso, disfruta de tu merecida jubilación... pero qué envidia me das, cabrón.
 

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