Ante la necesidad de actuar sobre el conflicto que llevaba a las mujeres a ser víctimas de brechas salariales y abusos sexuales, el feminismo nació en el siglo XIX, cuando nos dimos cuenta de que los ideales de la Revolución Francesa, la libertad, la igualdad y la fraternidad eran aplicables exclusivamente a los varones.
En Occidente hemos avanzado notablemente y aunque queden cuestiones por mejorar y metas por alcanzar, realmente las mujeres somos libres e independientes. No así en otras zonas del mundo, en las que ciertas culturas las obliga a vivir escondidas, con menos derechos que algunos animales y dependiendo absolutamente de los hombres. No pueden estudiar, no pueden tener propiedades, no pueden reír ni salir solas a la calle.
Hoy es 8 de marzo y toca celebrar esas victorias conseguidas en América y Europa, aunque mucho me temo que este 2025 en España se verán empañadas precisamente por quienes más se han llenado la boca defendiendo sus idearios.
¿Con qué autoridad moral van a salir pancarta en mano los miembros de Podemos y Sumar tras descubrirse su silencio sobre los casos Errejón y Monedero para no perjudicar al partido?
¿Se atreverá el PSOE a defender la dignidad de las mujeres cuando sabemos que, si por la mañana se votaba en el Congreso a favor de abolir la prostitución como práctica denigrante, por la tarde salían a celebrarlo los ministros con señoritas que venden caro su amor?
Y es que la tarifa de Jessica, hoy proxeneta retirada presuntamente, no le salió barata a Ábalos. Miles y miles de euros pagados en realidad por todos los españoles, trabajos a los que no acudía en empresas públicas. Y hay muchas Jessicas, no se equivoquen.
El feminismo no morirá, pero no será gracias a ellos, estos chicos tan hipócritas, tan galanes de whiskería, lo ensucian todo. El hedor a basura ya resulta irrespirable, pero parece que mientras haya cañas y fútbol, seguimos, lo que España aguante.