Una vez más, como ocurrió durante la campaña del 23J, la derecha moderada está cayendo en la trampa. «Como una loncha de queso en un sandwich preso» que cantaban las Flos Mariae ahora tan de moda por el parecido con las Stella Maris de ‘La Mesías’. El PP de Feijóo sufre de nuevo atrapado entre el radicalismo incontrolado de Vox y el relato sanchista que aprovecha a los de Abascal para justificar su causa. Otra vez, y así remontó con habilidad el PSOE las encuestas el pasado verano, el miedo a la ultraderecha y sus consecuencias está lastrando a los populares que siguen desorientados. No saben si asustan o espantan mientras son acusados al mismo tiempo de agitación y tibieza.
Los sondeos publicados en los últimos días coinciden en evidenciar un importante desgaste del PSOE en unas hipotéticas elecciones en enero que permitirían gobernar a la suma de PP y Vox. Pero estas encuestas se hicieron antes de que el PSOE regalara astutamente la calle para sentarse a esperar como las protestas legítimas eran secuestradas por los radicales (los jabatos de Vox. Esperanza Aguirre y todos esos grupos que se apuntan a cualquier algarada para quemar contenedores). Desde entonces los socialistas, y España, son de nuevo las víctimas de una terrorífica derecha reaccionaria. Parecen hasta haberse sellado las grietas que comenzaban a partir el PSOE.
El PP sigue solo, siempre lo estuvo y jamás ganará la lucha en el barro. Asustan más el ‘Cara al sol’, las banderas del aguilucho y los lemas contra la Constitución frente a Ferraz que el humillante chantaje independentista de urracas insolidarias. ¿La bolsa o la vida? Pues eso. Nadie maneja como el sanchismo las trincheras. Nadie desentierra como Sánchez. Los populares necesitan pisar terreno propio cimentado en la condena de la violencia, la defensa de la legalidad y la igualdad entre españoles. Hoy son una loncha de queso a la que la oportunidad (si la hubiera en enero) volvería a derretirse entre los dedos.