Hay una expresión inglesa muy expresiva, “in a nutshell”, traducida literalmente como “en una cáscara de nuez”, que se usa al final de una exposición o discurso para indicar al interlocutor que se acerca el resumen de lo dicho anteriormente. Se trata de elegir un aspecto significativo de lo tratado que a modo de epílogo resuma lo expuesto.
Pero sintetizar es labor ardua y traidora porque es inevitable soslayar aspectos relevantes. Tal selección conlleva expurga de palabras, recuerdos, borrado de matices. Supone mutilar una parte de lo narrado.
Es como si se produjera un reseteo del cerebro, cuya apariencia es semejante a una nuez repleta de pliegues oculta bajo una sólida cáscara que pretende preservar su contenido.
Condenar una parte de lo vivido al olvido permanente. Como le estaba sucediendo a Auguste Deter: aquella paciente demacrada , de melena larga y negra como una noche ciega, semejante a la que comenzaba a instalarse en su cerebro. Fue en noviembre de 1901cuando el doctor Alois Alzheimer la reconoció en su consulta de la Institución para Enfermos Mentales y Epilépticos en Fráncfort. La descripción de lo observado fue escueta y clarificadora, tal y como recoge el doctor Carlos López-Otín en su ensayo “La levedad de las libélulas”: “Padece serios problemas de memoria, así como de insomnio. Está confundida e inquieta”. Y desde aquel momento, fue tal el impacto que le causó el caso, que no pudo por menos empeñarse en un minucioso seguimiento clínico documentado a partir de las conversaciones mantenidas con Auguste “sentada en la cama, los ojos llenos de angustia”, ante la perplejidad de haber perdido sus recuerdos, conversaciones que con el paso del tiempo se irían haciendo más sesgadas, agónicas y dispares, a medida que la enfermedad del olvido, a la que el doctor legaría, como legítimo descubridor, su apellido, avanzara conquistando penumbras en aquel tejido cerebral plagado de placas y ovillos. De ese modo denominaba el doctor Alzheimer a las lesiones apreciadas en las muestras. El doctor López-Ontín aclara que “las placas parecían corresponder a depósitos protéicos que se acumulaban en los espacios intercelulares, mientras que los ovillos se encontraban en el interior de las neuronas” y ambos, placas y ovillos, parecían ser causantes del demoledor proceso que había corrompido las células nerviosas despojando a su cerebro de memoria y pensamiento y restando su capacidad para sentir emociones.
Mañana, 21 de septiembre, se celebra el día Mundial del Alzheimer en un contexto de esperanza ante los avances farmacológicos y la detección precoz de la enfermedad, que es posible mediante un simple análisis de sangre.
“In a nutshell”, la medicina es luchadora infatigable y hasta la fecha lleva la mayor parte de las batallas ganadas ya sea contra placas, ovillos y demás cascanueces inesperados.