Alfredo Fuertes 3

El nombre de autor

01/05/2023
 Actualizado a 01/05/2023
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Algunos lectores, tanto de mis novelas como de los artículos que escribo en LNC, me preguntan por el significado de la letra que existe entre mi nombre y apellido: la ‘E’.

Vale, aunque podría deciros que forma parte de un sesudo y pormenorizado estudio de mercadotecnia, o bien porque está enraizado con la historia, imitación o semejanza de un tal John F. Kennedy, pero no, no es verdad, lo mío es mucho más prosaico y mundano.

En mis comienzos como juntaletras: ‘El sobrino del cura’, ‘Dudas inconfesables’ o ‘Errores del pasado’, y con motivo de una presentación en el ‘Villamor de Riello’, hablé con mi padrino, con don Alfredo del Pozo Fuertes, (D.E.P.), el herrero de Riello.

Pues bien, me comentó que cuando él y mi madrina, doña Raquel Arias Fernández, habían ido a casa para recogerme y acristianarme en la iglesia les preguntaron a mis padres cómo querían que se llamara el infante… bueno, mis padres ya habían tenido seis hijos mayores que yo. Fue mi padre, omañés, quien sentenció: ¡Ponedle Atilano!, como mi padre. Léase: como mi abuelo.

Los padrinos vieron a mi padre poco categórico, y puede que algo pasota, mi madre, mechendera ella, tendría algo mejor que hacer, por lo que decidieron cambiarme el nombre. Y en ese pequeño trecho, y tras pasar por la fuente de ‘Las Bartolas’ y la de ‘Las Canales’, sin despeinarme, pasé de llamarme Atilano a Alfredo, como mi padrino, y Eduardo aportación de mi madrina, de Raquel. Al enterarme, la catarsis asió mi mente, y por deferencia a mis padrinos, además, era mi ópera prima, decidí poner como autor: Alfredo E. Fuertes, y no Alfredo Eduardo.

Al registrarme así, puede que lo hiciera por economía del lenguaje, sí, o porque con el nombre compuesto podría asemejarse muy mucho al protagonista de una telenovela, acaramelada, meliflua y con reminiscencias caribeñas de unos 3.850 capítulos. ¿Aclarado? Salud.
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