A la hora de pensar de qué versaría el artículo de esta semana me vino a la mente el posible título: ‘El máster’. Como título parece interesante. El problema está en el contenido, puesto que no parece fácil rellenar los dos mil quinientos caracteres que ocupa esta columna sin tener clara información de este farragoso asunto que ocupa infinidad de espacios en todos los medios informativos. Aunque uno no ve culebrones ni telenovelas, ahora tenemos la impresión de estar asistiendo a una serie televisiva, que sabemos cómo empieza, pero no imaginamos cómo va a terminar y que nos mantiene en suspense. En cierto sentido este caso nos recuerda también el culebrón del ‘procés’, que tampoco sabemos cómo será su final, si es que algún día se llega a una solución estable.
A los que vamos siendo mayores ya nos cuesta entender en qué consiste un máster. Nos resultan familiares palabras como bachillerato elemental y superior, las reválidas, el curso preuniversitario, la licenciatura o el doctorado, pero ya lo de grado o de máster como que nos resulta extraño. En realidad no entiendo para qué podría servirle el real o hipotético máster a Cristina Cifuentes en su carrera profesional o en su carrera política. Bueno, sí lo sabemos: para darle dolores de cabeza y tal vez para arruinar su prestigio.
Si alguien nos preguntara: ¿Y a usted qué le parece?, ¿miente o no miente la Presidenta de Madrid? Sinceramente no nos atrevemos a opinar, porque si fuera mentira lo que afirma con tanta contundencia, sería una mentira harto descarada. Y ya lo de menos sería si tiene o no la mencionada titulación, sino la mentira. Algunos parece que lo tienen claro, otros, quien sabe si demasiado ingenuos, seguimos dando un voto de confianza a la presunción de inocencia.
Independientemente de cuál sea la verdad, como en el fútbol, el público está dividido. Unos desean con toda su alma que la presidenta de Madrid y su partido salgan mal parados, y otros desearían que solo se trate de una sucia maniobra para desbancarla del poder. En el primer caso daría lo mismo que estuviera haciendo una brillante gestión. Como si a un excelente cirujano por alguna irregularidad en su currículo se le privara de ejercer la medicina… o se condenara por ello a todo el personal médico.
Entiendo que los adversarios políticos del partido que gobierna Madrid y España se froten las manos, esperando sacar tajada, pero ¿eso significa necesariamente que ellos serían mejores gestores si gobernaran o que estén limpios de pecado, aunque éste no se haya hecho público?

El máster
10/04/2018
Actualizado a
07/09/2019
Comentarios
Guardar
Lo más leído