La serie televisiva coreana ‘El juego del calamar’ obtiene actualmente el foco de la crítica y de los seguidores de series, originando un debate de interés social que, como todos ellos, afecta globalmente a todo aquel se interese por las repercusiones que se desprenden de sus contenidos.
‘El juego del calamar’ es el resultado de una interesante inversión financiera y comercial en medios de comunicación, imagen que las plataformas están aprovechando para obtener excelentes rendimientos y que afecta a Corea del Sur y algunas naciones asiáticas que se han visto agraciadas por este inusitado interés por las series televisivas, la música y los videojuegos, como es el caso también de Turquía, con el éxito de sus series televisivas, extremo éste que comienza, según un estudio de Hyundai en el que se deduce que vender 1,5 millones de coches sería el equivalente de los ingresos obtenidos por la película ‘Jurassic Park’ de Steven Spielber.
La serie nos ofrece una trama poderosa de alguien impersonal, oculto, que propicia la recluta de personas de ambos sexos y distintas edades que han fracasado en sus vidas por el juego, la mala suerte en el empleo, finanzas o en el ámbito familiar y social, es decir, desahuciados de la vida, que son llamados por la poderosa oferta que les hacen. Por lo tanto, el reclamo poderoso es el vil metal que les hace cambiar de pauta de comportamiento según el instante y la propuesta del todo poderoso director del juego que tiene a sus órdenes a seres reclutados para que exterminen y vigilen a los participantes, sin piedad.
Hay algunas subtramas que adornan la serie, pero lo que hace que este asunto cobre trascendencia mundial es el impacto que puede ocasionar en el ámbito infantil y sobre todo en adolescentes y jóvenes que seguro no se resisten a verla y, a nuestro juicio, no disponen del suficiente bagaje intelectual para establecer conclusiones positivas porque quizás el cúmulo de situaciones no puedan ser analizadas de forma serena sin tener una determinada madurez.
Sólo un jugador puede alcanzar el éxito. El fracaso es castigado con la muerte de los demás que son eliminados por la intervención en juegos tradicionales que efectuaron en su infancia como el escondite, tirar de la cuerda, las canicas y otros, que culminan en el juego del calamar cuando sólo quedan dos jugadores.
Más detalles de la serie no se deben dar ya que lo interesante es verla para opinar y aportar después las sensaciones y conclusiones que suscita, aunque la forma de eliminar a los concursantes nos trae recuerdos bastante preocupantes de otra época reciente y de características totalitarias.
De las valoraciones escritas y oídas en ámbitos educativos, familiares y entorno social hay opiniones para todos los gustos. No se puede ocultar que la serie tiene su atractivo porque los medios empleados son importantes y todo se hace con bastante vistosidad y eficacia.
Toda la trama, decorados, juegos, etc. indica un montaje que propicia el signo de la serie que es, ni más ni menos, la creación de un nuevo orden mundial, alrededor de sociedades secretas, reflejado en el ambiente, las situaciones, el simbolismo… donde la moral está ausente y la práctica de un nuevo pensamiento se hace evidente y agobiante en ocasiones.
El seguimiento, resultado, e incluso apuestas, es presenciado por un grupo de multimillonarios que demuestran ausencia de escrúpulos, conciencia y moral, que juegan con la necesidad y las miserias humanas.
Todo se reduce a objetivos económicos y políticos, aunque tienen interconexiones porque una vez conseguido el éxito comercial en el ámbito del cine, la música y la comunicación, se traduce en una influencia política exportable al resto del mundo que ,en opinión del profesor de Harvard Joseph S Nye Jr , constituye el ‘soft power’ o ‘poder blando’, que menciona y le da carta de naturaleza en un artículo publicado en la revista “Foreign Policy” , y se resume “en el poder de la seducción cultural para cambiar la conducta de los demás por la vía de compartir gustos”. Y establece Nye que “el poder blando se puede establecer mediante tres fuentes: su cultura, sus valores políticos y su política exterior”. Se traduce en Corea por un aumento del 27% en los servicios artísticos y un 20% en la industria del motor, liderando ciertos negocios como el BTS, musical.
Además de que ha creado un ingente número de puestos de trabajo ha dejado patente también el alto endeudamiento de las gentes de Corea, reflejado en la serie.
Esta nueva forma de influir en las actitudes y actuaciones del ser humano es nefasta para todo aquel que no tenga una sólida formación y convicción ética.
El juego del calamar
16/11/2021
Actualizado a
16/11/2021
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