Leí el otro día en este periódico una historia escrita por su director que me agarró desde el título. ‘Te he venido oliendo por la calle como un animal’ la protagoniza un corzo que cruza fronteras. Y no es el único que lo hace, nos cuenta: «Supimos también que los jabalís estaban llegando más allá de lo que nunca habían llegado, ni siquiera cuando se desorientan y no les guía más que su propia ignorancia». Ahí lo tienes al corzín, pensé, hablando con la elocuencia elegante de Iñaki Gabilondo y dejando caer a la vez ese juicio tajante sobre los suidos silvestres de colmillos masculinizadores.
Escribí al director para preguntarle si la pobre impresión sobre los jabalís era del corzo o suya, y me dijo que muy listos no deben de ser, pero que no le atribuyese a él las opiniones de sus personajes.
Para mis adentros quería discrepar, por puro entretenimiento, de esa valoración pero necesitaba argumentos. Y quiso la fortuna que a los pocos días mi prima la del ratón chiquitín me mandase un vídeo de la zona donde pasea a su mascota. La imágenes revelaban a un jabalí no muy grande pero sí muy decidido en su trote, pisando fuerte con sus pezuñacas.
Como iba solo el macho, en vez de con toda la prole de rayones, dirán los zoólogos que se trataba de un escudero siguiendo a su encelado macareno viejo, que no andaría muy lejos; y dirán los cazadores que ahí lo único que había eran dos jamones, dos paletillas y varios chorizos andantes de esos que precisan de poca curación y mucho tocino.
Pero yo me inclino más por otra versión de los hechos. Orwell puso a unos cerdos en cabeza de la ‘Rebelión en la Granja’ por algo. Se volvieron del todo tiranos, sí, pero listos eran un cojón. Y todo el mundo sabe que cerdos y jabalís primos hermanos.
Fijándome un poco más detenidamente, haciendo zoom en el vídeo sobre el susodicho puerco salvaje, vi que llevaba cresta. Y una cresta es una declaración de intenciones en toda regla. Todo lo contrario del nido de cigüeña que nos está creciendo a algunos en la cabeza, que lo único que demuestra es dejadez y ahorro en servicio de peluquería a domicilio.
La cresta es el símbolo por excelencia de los punkis y estos los anarquistas por excelencia desde los años setenta. Así que, si han seguido mi línea argumental, habrán llegado a la misma conclusión que yo: aquel revoltoso antisistema lo que estaba preparando era el equivalente anarquista y low cost de una rebelión. Espabilen los propietarios de inmuebles vacíos, porque el bicho estaba tramando una okupación.

El jabalí
26/04/2020
Actualizado a
26/04/2020
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