Quizá quienes lo tenemos no lo valoramos lo suficiente, pero un techo es mucho más que eso, es un hogar, un lugar al que regresar cada noche a descansar o a aparcar las preocupaciones de una larga jornada de trabajo. Es un espacio en el que guardar lo poco o mucho que tenemos, en el que disfrutar de la familia o de los amigos... Pero son muchas las personas que no tienen nada de eso, que no tienen un techo bajo el que cobijarse. Son quienes se encuentran en situación de sinhogarismo en León y quienes están detrás de los datos que ayer daba a conocer Cruz Roja. Hay 50 mujeres y 162 hombres de perfiles «muy heterogéneos» que van más allá de algunos estereotipos que todos podemos tener en la cabeza. Hay personas con problemas de integración y adicciones, pero también gente que tenía una vida normalizada y que, a consecuencia de perder su puesto de trabajo y no encontrar alternativa durante las sucesivas crisis económicas, han terminado durmiendo en la calle y recurriendo a los servicios sociales para conseguir algo que llevarse a la boca y una manta con la que resguardarse del frío. Es por eso que no podemos taparnos los ojos ante lo que sucede a nuestro alrededor. Es la dignidad de las personas lo que está en juego y por eso siempre será poco todo lo que podamos colaborar con las entidades sociales que les ayudan cada día a que tengan dónde pasar la noche o a facilitarles alternativas de rehabilitación, promoción e inserción social.
Un techo es más que un techo
Hay servicios que pasan demasiado inadvertidos pese a la importancia que tienen para una sociedad que se considera avanzada y en la que le supone que la solidaridad con aquellos que no tienen ni siquiera un techo tiene que ser uno de los pilares
03/12/2023
Actualizado a
03/12/2023
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