La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha publicado un informe que deja como un gran titular. El 27 por ciento de los españoles entre 25 y 34 años solo tiene estudios básicos, es decir, que decidieron no continuar en las aulas una vez superada la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y no disponen del Bachillerato ni de un grado medio en Formación Profesional. En el caso de Castilla y León, un 23,5 por ciento de los jóvenes de esa franja de edad tiene un nivel de formación inferior a la segunda etapa de Secundaria, es decir, se quedaron en tercero de la ESO. Además, un porcentaje similar cuenta con el título de Secundaria y más de la mitad (52,8 por ciento) tiene estudios superiores. No son de extrañar por tanto titulares como el de que uno de cada cuatro empleos juveniles de la provincia de León están ligados a la hostelería, sector predominante por detrás del comercio al por menor. Cada vez son menos los empleos que no requieren una formación. Incluso la construcción, que en la época del boom inmobiliario hizo que muchos jóvenes dejasen de estudiar atraídos por sus elevados salarios, precisa ahora profesionales muy cualificados. Tenemos por lo tanto un problema de formación en dos vertientes. La primera, la de esos jóvenes que abandonan las aulas antes de tiempo. La segunda, que la formación que se imparte en las mismas sigue sin adaptarse plenamente a las necesidades actuales del mercado de trabajo.