Lecciones de subdesarrollo

Las cifras, como todo lo demás, resultan también opinativas, pero hay veces que dejan poco lugar a dudas. La provincia de León lleva una década perdiendo población, y las previsiones del Instituto Nacional de Estadística anuncian que esa pérdida va a ser imparable durante los próximos 20 ó 30 años. Nos enfrentamos, pues, ante uno de los problemas más graves de nuestro tiempo, el de la desaparición del mundo rural, con todos sus valores y todas sus lecciones, ante la desaparición de una forma de vida con sus consecuencias sociales, económicas y culturales, con los consiguientes desequilibrios que todo esto causará a las próximas generaciones. En medio de ese panorama, la lucha contra la despoblación marca hoy las agendas e los políticos, de las instituciones, de la campaña electoral... de todos aquellos, a fin de cuentas, que son responsables de forma directa de la desertización de nuestros pueblos, de todos aquellos que se suelen llevar las culpas y los lamentos de la población. Pero lo cierto es que, aquí, la población, también tiene su parte de responsabilidad, no por seguir las corrientes migratorias que han marcado los cambios sociales y económicos de este y otros países en las últimas décadas, sino también por la ausencia de reivindicación. Ninguna asociación leonesa forma parte de la gran federación que, a nivel nacional, pide un pacto de Estado para luchar contra la despoblación, pero en cambio hoy sí se han convocado, tímidamente, algunas concentraciones para secundar un paro que, en todo el país, trata de llamar la atención de nuestros políticos para que se comprometan en la ya compleja, si no imposible, búsqueda de soluciones. En cuanto a desarrollo, son muchas las lecciones que nos pueden dar otras provincias. En cuanto a lucha contra el subdesarrollo, parece que también.