La realidad, en segundo plano
Las interpretaciones son libres, todo el mundo tiene derecho a defender a los suyos y todo el mundo reconoce las prácticas tristemente habituales del debate público, pero determinadas declaraciones demuestran que trata al votante como a un estúpido
03/09/2022
Actualizado a
03/09/2022
Cada día se aprecia de forma un poco más evidente que la realidad pasa a un segundo plano cuando se trata de entrar en el terreno de las interpretaciones. Cada uno está en su discurso, no se sale de su perspectiva, de su entorno de confort, que en el caso de la opinión pública viene a significar rodearse únicamente de aquellos que te dan la razón, pero lo más preocupante de todo eso es que se va más allá y, demasiado a menudo, se contempla la realidad desde una trinchera. Cada día se aprecia de forma un poco más evidente que la realidad pasa a un segundo plano cuando se trata de entrar en el terreno de las interpretaciones. Cada uno está en su discurso, no se sale de su perspectiva, de su entorno de confort, que en el caso de la opinión pública viene a significar rodearse únicamente de aquellos que te dan la razón, pero lo más preocupante de todo eso es que se va más allá y, demasiado a menudo, se contempla la realidad desde una trinchera. Esta semana hemos tenido varios ejemplos de eso mismo, al ver las críticas que los partidos se lanzan entre sí, y que ya se empiezan a tensionar extraordinariamente al acercarse las elecciones municipales... ¿y autonómicas? Hay críticas que forman parte de su espectáculo, de su debate habitual cargado de mucha coraza y poco corazón, de su circo, a fin de cuentas, con todas las connotaciones que lleva consigo, pero hay otras tan partidistas que, pese a que se reconocen las formas y parece que todo vale, terminan por tratar al votante de estúpido. Un error repetido pese a que las consecuencias son más que evidentes en las urnas. Pero más allá de la política, la tara se repite en otros ámbitos, como el de los empresarios, que ayer se mostraban preocupados porque el paro ha subido en cuatro personas en la provincia de León durante el mes de agosto, según ellos un mes habitualmente bueno para el empleo. ¿En serio? ¿Desinformación? ¿O mala intención?
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