Gestionar la ganadería

La ganadería no es fácil de gestionar, ni siquiera para los que se consideran empresarios. Los ganaderos sufren las peores consecuencias, mucho más que los agricultores, de las nefastas políticas del sector, y se mueven en un ejercicio de funambulismo constante. Se ha demostrado con el caso de Valles del Esla. Empezó con mucho capital pero cometiendo muchos errores, queriendo desplazar a los ganaderos locales al llegar a las subastas de pastos con todo su poderío, el razonamiento del señorito, todos a trabajar para mí si es que quieren trabajar. Pese a todo, a Valles del Esla no sólo le pusieron dinero sino también mucho cariño, como si fuera la joya de corona, pero en los últimos años la sensación de abandono era evidente, la cuesta abajo innegable, y ese cariño, por lo que parece, saltó por los aires en la familia. Ahora pillan por el medio a 30 trabajadores y a casi un centenar de ganaderos. Parece que otra vez prima más el orgullo que la razón, porque la empresa no sólo es viable: es necesaria. Todo eso, cuando median cuestiones personales, queda en un segundo plano.