Dos noticias se entienden mejor cuando se leen juntas. Hace justamente dos semanas nos hacíamos eco en este periódico de la evolución del número de centenarios que hay en la provincia, que se ha triplicado en los últimos 15 años. Y este lunes destacamos que León tiene 7.500 niños menos que hace una década. No por tanto la primera vez que lamentamos en estas líneas que la práctica totalidad de las publicaciones que hace el Instituto Nacional de Estadística (INE) en materia demográfica supongan un varapalo para la provincia de León. Que la cifra de centenarios no deje de es algo positivo porque cada vez vivimos más y disfrutamos más tiempo de nuestros mayores. El problema es que ese envejecimiento no se vea compensado por la savia nueva de una juventud que sigue mermando y al mismo tiempo hace las maletas en busca de mejores perspectivas laborales.
Por buscar algún aspecto positivo, podemos referirnos a la recuperación de parte de las bajas en el padrón gracias a las variaciones residenciales y a la llegada de población extranjera. Ello centra el problema de la pérdida de población en cuestiones vegetativas que sólo se pueden afrontar trabajando en la atracción de empresas que a su vez sigan generando oportunidades laborales y haciendo que más jóvenes y no tan jóvenes se queden o vengan a la provincia y se planteen formar su familia aquí. De esta forma, lograríamos tener más centenarios y también más niños.