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El debate del siglo (o casi)

10/07/2023
 Actualizado a 10/07/2023
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Parece que hay mucho interés en el debate electoral que se va a celebrar hoy lunes en Atresmedia. Es un cara a cara, nos insisten en los anuncios promocionales, que viene a ser tanto como decir que se trata de algo comparable a una final de la Champions, o a un derbi, o a un clásico, por utilizar el lenguaje futbolero habitual. Lo de esta noche (22.00, Antena 3 y La Sexta) parece que va a ser el no va más, y se dibuja ya como el gran espectáculo del mundo. O del siglo. Es en el fútbol, precisamente, donde a menudo se dice «el partido del siglo», de tal forma que cada pocos años, o cada pocos meses, siempre hay uno de esos. El espectáculo debe continuar.

Lo malo es cuando las expectativas del espectador son excesivas. Está aquello del parto de los montes, ya saben. Cuando se espera mucho y el resultado es más bien escaso. Y, de hecho, eso es bastante habitual en el fútbol, donde no pocas finales o derbis devienen en un fiasco deportivo, aburrido por culpa del ‘catenaccio’, como dicen los italianos, o cosas así. Aunque admito que, de vez en cuando, hay finales de Champions, o del Campeonato del mundo, que merecen mucho la pena.

El miedo escénico, que creo que decía el gran Valdano, también es un asunto muy principal. No sé si la televisión produce ese miedo (nada que ver con un mitin, donde están los tuyos para arroparte hasta el infinito y más allá), pero los candidatos que se enfrentan hoy, podríamos decir a cara de perro (dicho sea sin ofender), ya vienen muy entrenados a base de hollar platós de todo pelaje.

Estamos en una campaña electoral fieramente mediática, como si, al ser muy ajustado el tiempo que nos queda, hubiera que darlo todo ante las cámaras, en una especie de ‘tour de force’ que no han visto los siglos pasados ni quizás esperan ver los venideros. Es verdad que Sánchez está concediendo más entrevistas que nunca, pues se le ha dicho que le ha faltado comunicación en la legislatura, pero Feijóo no le va a la zaga. La campaña, en efecto, parece invitar al bipartidismo, algo que creíamos amortizado en este universo tan fragmentario. Pero esta es la tendencia, aseguran. Mayormente por esa apelación casi febril al voto útil de unos y de otros, lo que implica que, para ellos, si el voto no decide escaño, tendría que considerarse un voto inútil... Otra cosa es que los líderes de los grandes partidos prefieran que el personal lo apueste todo a ese bipartidismo que, para qué negarlo, es el que se va a reflejar en el debate de esta noche.

Pidió Sánchez más encuentros a Feijóo, que le fueron negados, pero quizás uno sea suficiente para comparar discursos y posturas. No deja de ser una rareza que el candidato que accede desde la presidencia del gobierno quiera más debates que el que lo hace desde la oposición: no suele ser así. Pero Feijóo, animado por las encuestas que lo encumbran como futuro inquilino de La Moncloa, ha preferido quizás limitar estos derbis, que pueden desgastar en demasía, en los que hablar mucho puede llevar a veces a cometer errores. Así que, ya saben, mejor ser dueño en ocasiones de los silencios. Pero Sánchez necesita hablar, contar, explicar y rebatir. Las proyecciones electorales, a qué negarlo, le obligan a hacerlo, y, a la luz de los pactos autonómicos y municipales, argumentos no le han de faltar.

Los expertos aseguran que un debate televisado, y más de estas características, suele mover en torno a un seis por ciento del electorado. Puede parecer poco, pero ¿quién sabe? Los mismos expertos aseguran que cada vez se decide más tarde el voto. Y la televisión parece esta vez más decisiva que en otras ocasiones. No sólo por el número de indecisos, sino porque muchos coinciden que, más allá de los trasvases dentro del bloque de izquierdas y dentro del bloque de derechas, hay que atender al trasvase de votos entre PSOE y PP. Ahí puede estar la madre del cordero. Hay un amplio territorio de centro que, se quiera o no, incluye votantes potenciales de los dos partidos. Y ese territorio, más en tiempo de extremismos, parece a veces demasiado huérfano. Hay votantes que hacen a izquierda y a derecha, según los momentos, y puede que ahí esté uno de los caladeros más importantes.

Es posible, sin embargo, que el cara a cara de esta noche no tenga tanta trascendencia. La campaña es el resultado de una evolución: las ideas deben filtrarse lentamente, y no es habitual, como dicen con humor en alguna serie, un giro dramático de los acontecimientos. Pero, sin duda, lo de esta noche es una gran oportunidad. Porque no es lo mismo el monólogo, o las entrevistas de familia (Sánchez ha entrevistado a algunos ministros de su gobierno), o los mítines, donde todo es alegría y apoyo incondicional, que un cruce de ideas y de propuestas a sólo dos metros y medio de distancia, bajo los focos, y con una audiencia sin duda muy notable. Eso va a pasar hoy.

De ahí que esta vez el debate televisado podría tener mucha más importancia que en otras ocasiones. Algunos creen que Sánchez llega con el tiempo casi agotado, como cuando en una final te marcan en el minuto 85 de partido… Pero otros piensan que el resultado está mucho más equilibrado de lo que parece, porque siempre hay voto oculto o no suficientemente movilizado, porque no se sabe hasta qué punto Vox y Sumar perderán escaños en favor de populares y socialistas, respectivamente, en el ‘rush’ final. Sánchez no firmaría llegar a los penaltis. Y Feijóo, por más que ofrezca una imagen presidencialista (ya ha adelantado la estructura del gobierno futuro, al menos parcialmente), sabe de sobra que no puede dar por sentada la victoria.

Aunque Vox y Sumar no estarán presentes físicamente en el debate de esta noche, si lo estarán ‘in absentia’. Los analistas se han referido mucho al ‘elefante en la habitación’ a la hora de explicar los problemas que los pactos con Vox pueden dar a Feijóo a la hora de enfrentarse a Sánchez. Se sabe que, a la búsqueda de los votos que esperan en el terreno común entre los dos partidos, ambos tratarán de mostrar el lado más radical o poco homologable con el centrismo de cada uno de ellos. Pero Sumar es una opción más cómoda y confortable para Sánchez, al menos si lo comparamos con las dificultades del gobierno de coalición. Vox no tiene ninguna intención, ha dicho, de domesticar su discurso ante los populares, y ahí está su programa para confirmarlo. Feijóo dirá que no apoya muchos de los planteamientos que ahí aparecen (sobre Europa, sobre las autonomías, sobre el cambio climático, sobre la emigración, etc), pero nadie tiene dudas de que, a tenor de lo sucedido tras el 28 de mayo, ese es ahora mismo su lado más frágil.
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