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El columpio político

02/11/2021
 Actualizado a 02/11/2021
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En nuestro querido país los políticos hacen gala de mala gestión acudiendo a síndromes no catalogados por los psicólogos pero que el ciudadano común soporta a diario, como son el complejo de montaña rusa, el tiovivo y el último en surgir que es el del columpio.

«En una época de engaño universal, decir la verdad constituye un acto revolucionario» (George Orwell).

Los partidos políticos, que han experimentado las mieles del poder desde que hemos estrenado democracia en situaciones muy importantes que se han traducido en deterioros del sistema y que se resume en esconder la cabeza debajo del ala, en situación de ‘avestruz’, con síntomas graves para el futuro del país. En otra ocasión, el gestor político de turno y advenedizo, se sube a la montaña rusa, sube y baja compulsivamente o se coloca en el tío vivo dando vueltas sin parar hasta que el tiempo, ¡oh redentor!, se encarga de soplarle la solución.

Mas, el momento actual, muy grave, que padecemos, debido a que aquellos que mandan se suben al carro de acontecimientos erosionantes de la convivencia, hacen un esfuerzo y se columpian sobre sus propias obviedades y permanecen ahí sobre todo cuando las sombras de lo ficticio, la mentira y la irresponsabilidad invaden la convivencia y pueden originar efectos perversos en la convivencia.

«Resulta que cuando todos pueden decir la verdad, faltan al respeto. Por lo tanto, un príncipe prudente debe preferir una tercera vía: rodearse de los hombres de buen juicio» (Maquiavelo).

Comenzaremos por hechos recientes para que no se difumine la situación del columpio oficial.

– El método político cuando pone en marcha la máquina de la acusación falsa y el foco se coloca sobre cuestiones sensibles, a veces sensibleras, con el fin de matar al mensajero y acusar al contrincante político de forma falsa y recurrente, sobre todo si amenaza con quitarle el caramelo del poder, denuncia una forma enfermiza de ejercer la política y que señala al que ejercita esta política trasnochada que necesita un reciclaje urgente de sus principios porque demuestra que no le importan las consecuencias de los fines que persigue para asegurar el poder y sus mieles, aunque se deriven consecuencias de enfrentamientos sociales importantes que, por cierto, los españoles somos expertos en llevar a cabo. Nos referimos a las denuncias falsas por delitos de odio, sobre todo homófobos, a los que se enganchan medios oficiales y el aparato informativo de apoyo, sin esperar a que las investigaciones arrojen luz sobre los hechos que se demuestran falsos.

– Podemos continuar con el asunto del aeropuerto del Prat, el hecho de las balas enviadas por carta, el recibo de la luz, el aumento del precio de los carburantes, el gasto de escoltas excesivos a ciertos políticos, la impunidad ante los delitos de odio hacia políticos demócratas por individuos de dudosa filiación democrática, la información sobre la pandemia, los ataques a los símbolos y representantes máximos de la nación, el papel débil ante los problemas migratorios y sobre todo ante la potencia americana, el espectáculo lamentable de los partidos coaligados como si fueran el signo Géminis del horóscopo enfrentados y en regañina continua, los aires de segregación del territorio, la conculcación del sistema del 78, la vuelta a remover el pasado con revanchismo y odio y… las leyes de la eutanasia, memoria histórica, la enésima ley de educación y universidades…, el jardín de los expertos como si fuera la proliferación de las setas, los portavoces del virus diciendo necedades, los gurús de emergencia climática que se oponen a todo adelanto sin ofrecer nada a cambio para solucionar los problemas, los que hablan del futuro sin asegurar el presente como el caso del inmenso paro, los silentes sindicatos subvencionados y agradecidos al poder, y… los tertulianos al servicio de las ‘fake’ políticas, así como las censuras en las redes sociales alimentadas por el poder de turno y un inmenso viento de nulidad, ácrata, disminución de seriedad, falta de crítica, ausencia de calidad, menoscabo de la aplicación de las Leyes, ninguneo al poder judicial… ¿quién da más?

«Uno no puede, con un trato justo, y sin lastimar a los demás, satisfacer a los nobles, pero puede satisfacer a la gente, porque su objeto es más justo que el de los nobles. Los últimos desean oprimir, mientras que los primeros no desean para ser oprimidos» (Maquiavelo).

– Y todo esto subidos al columpio creyendo que se aíslan del suelo real, no saben que todo se rompe y las caídas del columpio cuando no son mortales, son traumáticas, con daños colaterales. Da la sensación que se desea ganar apresuradamente algo que se ha perdido en un enfrentamiento cruento de ideologías y no se quiere ratificar un acuerdo de entendimiento, conseguir una evolución ideológica de concordia y racionalidad que haga olvidar posturas cainitas atávicas que ha padecido España, contribuyendo a la división y la revancha perpetuas.

En nuestro país el ‘sistema columpial’ está en pleno auge y cualquier hecho o manifestación de los que ejercen el poder usan el columpio hasta que escampen los vientos en contra y puedan proseguir con la demagogia y las maneras autocráticas o la vocación tiránica, soslayando las explicaciones en el sagrado santuario del sistema democrático.

Desatino tras desatino, asombro tras asombro ante un pueblo sumergido entre los botellones de cierta juventud desnortada, los fines de semana de los atribulados trabajadores, la lucha contra el virus chino, ahora ya con evolución hacia otras variantes internacionales, la subida de la luz, el gas, la gasolina, el gasoil, los precios en general y una gran decepción por el uso del voto de una población que parece alienada ante el disfrute primordial de las vacaciones, los viajes, el disfrute momentáneo aunque se amenace lo más importante de un país que es su convivencia, el futuro y el progreso real, su futuro.

«En un gobierno bien constituido, la guerra, la paz y las alianzas son discutidas en tanto cuanto sirvan no para la satisfacción de unos pocos, sino para el bien común» (Maquiavelo)

Y así hasta el infinito en un alarde de erosión continua realizando el ejemplo de la esposa de Ulises ante el acoso de sus aspirantes al lecho nupcial pensando que el héroe no volvería de Troya.

Teje y desteje en el telar hasta que Ulises utilizó su astucia, una vez más, y lo que es más doloroso su método drástico.
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