05/06/2023
 Actualizado a 05/06/2023
Guardar
El pasado jueves 1 de junio, una triste noticia asoló mi mente. Se trata del atropello de una mujer en Trobajo del Camino (León) a manos de un camión.
Esta desagradable noticia golpeó mi realidad, de tal forma, que no dejo de darle vueltas a la delicadeza de la vida respecto a la muerte.
En ocasiones, vivimos tan absortos en los quehaceres cotidianos, que no dejamos a la conciencia ver que controlar nuestros movimientos es algo vagamente ilógico e inservible.

Digo esto, porque muchas veces, solo nos percatamos de lo que llegaremos a realizar o hacer, es decir, nos realizamos en un continuo tiempo futuro o pasado. Pocas veces, existimos en nuestro «ahora».

Es curioso, ya que infinidad de filósofos han deliberado y debatido sobre la importancia del presente. Incluso los poetas han resaltado su importancia a través de maravillosas alegorías y odas literarias. Sin embargo, parece que todo se resume en lecturas ignoradas por unas mentes acomodadas a una sociedad monitorizada por el dinero y el invertir para sacar algo de provecho.

Yo solo sé, que a pesar de mi juventud, pretendo saborear cada momento como si no existieran más, ya que en cualquier sitio puede acechar la muerte.
Entiendo que es complicado y hasta difícil, desligarse de la costumbre cultural del «mañana lo hago» o el «otro día quedamos», pero estos solo son un reflejo del error que en el fondo, cometemos sin darnos cuenta.

Dar por hecho, nos define como personas y en determinadas circunstancias hacerlo puede ser una equivocación.

No quiero imaginarme, qué se le pasaría por la mente a aquella pobre mujer, pero sí pienso que soy capaz de compadecerla ante dicha desdicha, que por desgracia no nos es indiferente a ninguno. Pues raro es el individuo que no tenga conocimiento de alguna situación similar o parecida. Todos perdemos siempre a algo o a alguien, y la mayoría de las veces es sin esperarlo.

En resumen, considero que debemos intentar aprovechar la expresión latina del «carpe diem», sin dejar de lado nuestras obligaciones individuales, como trabajar o alimentarnos, incluyéndose todas las tareas domésticas.

Esto último lo expreso, porque evidentemente la capacidad humana de planificación también es una virtud aunque al mismo tiempo un error llevado al extremo del olvido de cada segundo de nuestro tiempo.

Por todo esto, debemos abrazar a nuestro ser en cada etapa de nuestra vida, a pesar de las desilusiones que van adheridas a nuestra existencia
.
Tal vez, intentar ‘aprovechar nuestros segundos’ no sólo sea una oración simple, sino que se convierta en una forma de ver y sentir la realidad, llena de adornos volátiles que aunque quieran, no poseen nuestro reloj interno.
Lo más leído