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Dos bocatas para estos mataos

30/10/2022
 Actualizado a 30/10/2022
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Se ha dicho y contado tanto de Lolo estos días que resulta complicado añadir algo que nos acerque más a su bonhomía. Sólo voy a rescatar una muy vieja anécdota, en ella esta el Lolo más real.

Hace mucho, en la vieja La Crónica, cuando se salía del periódico a las dos de la mañana, cuando llegaba Lolo con el chiste. Íbamos con frecuencia a un extraño garito Lolo, servidor e Isaac G. Toribio (espero que no lo lean en Unión Fenosa, donde llegó a ser un alto ejecutivo). Allí estaba en una mesa con dos velas una especie de médium o no sé qué que un día predijo que nos iban a pasar cosas muy bellas aquella noche. Salimos (a las 4 de la madrugada) muy ilusionados y chocamos contra la belleza anunciada, a Lolo le habían robado en el trasto que tenía por coche cajas con pintura, pinceles, lienzos... «pues los necesito para un taller que doy mañana, a primera hora».

– Vamos a denunciar.

– No, quita p’allá, que si los detienen les meten un puro y serán unos matadillos que cogieron las cajas porque estaba abierto el coche;argumentó.

Como no se podía denunciar se lo dijimos a unos municipales a los que conocía en realidad conocía a medio mundo de día y a todo el mundo de noche– para que si los veían les pidieran las cajas. Estábamos todavía hablando al lado del coche cuando vinieron los municipales y nos avisaron que los tenían detenidos unas calles más abajo, junto a la plaza de toros. «Serán maletillas», relacionó Lolo.

Bajamos, los vimos, dijeron que no sabían lo que había dentro, que tenían hambre... y dijo Lolo: «Bueno, esperar, que voy a por el coche para que no tengáis que pujar por las cajas otra vez». Y así fue. En realidad fui yo a por el coche y él se quedó hablando con ellos, no para vigilarlos, de colegueo, conocía a parientes suyos... lo de siempre.

Cuando vuelvo, cargan las cajas, se montan todos en el trasto y me dice Lolo: «Vamos hasta el bar de la estación que tenemos que comprarles unos bocadillos a estos mataos que están sin cenar los pobres».

No iban a comerlos a palo seco. Les pagó también las cervezas... Lolo, Lolín.
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