¿Quién construyó la catedral de León? Pues, ‘Doraimon’». Quién así se expresa es mi nieta Olivia, alias ‘la fenómena’, un renacuajo que no llega a los tres años. Los niños de hoy en día nos dan, a sus ancestros, sopas con honda...; lo cual, sin duda, es una magnífica noticia. Nosotros, a su edad, éramos algo así como tontos de capirote. La niña en cuestión, ¡claro!, es capaz de moverse por el Youtube como pez en el agua, ya que busca sus canciones favoritas y sus cuentos como una pequeña adulta. Y no me sirven las excusas que plantean los pedagogos y toda esa gentuza cuándo afirman que la tele y los móviles les vuelven dependientes, como si fueran drogadictos. La tele y el móvil, bien administrados, les abren un mundo con el que nosotros ni soñábamos. Cierto es que Olivia, al hacer la afirmación que os he puesto al principio del artículo, está reescribiendo la historia. ¿Hace mal, tal vez? Uno cree que no, puesto que no hace más que seguir, sin saberlo, los derroteros que la actual historiografía practica casi a cada instante.
El último ejemplo es el que ha dado el ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de España al pedir, la semana pasada, perdón a los mexicanos por los supuestos «desmanes» que España hizo en la conquista del imperio azteca. Señor ministro: no tiene usted ni puta idea de lo que habla, por lo que uno no debería estar escribiendo este artículo; ya sabe usted: «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio». Pero como uno es como es, entra al toro como si le hubiesen puesto delante una muleta más roja que la Pasionaria. Señor ministro: le recomiendo que lea usted a gente como Vasconcelos, como Octavio Paz, como Zunzunegui, más mexicanos que el tequila, y que le refutan en sus escritos todos sus pobres argumentos. España, Cortés, para más señas, no venció y destruyó el imperio azteca: es imposible que seiscientos hombres venzan a un ejército de cuatrocientos mil: ni aunque tuvieran ametralladoras de última generación. Lo que sucedió es que todo el resto de los indios, que estaban subyugados a aquel poder asesino y caníbal, se unieron y formaron un contingente de quinientos mil combatientes. Y, aplicando la lógica numérica, los vencieron. Según los más sesudos historiadores antiespañoles (los pro hispanos suben esa cifra a los ciento cincuenta mil), los aztecas sacrificaban a no menos de cien mil hombres y mujeres al año en sus ritos antropófagos... ¡Cómo no se iban a unir a los seiscientos barbudos para derribar el poder de esos hijos de puta! Aunque les joda, México es Nueva España... Además, sé que las comparaciones siempre son odiosas, pero, a poco que las hagas, con los ingleses, los portugueses o los holandeses, la cosa no tiene color. Para ellos, el mejor indio era el muerto. Nuestros antepasados, como eran, más o menos como nosotros, unos quijotes, mantuvieron sus lenguas, construyeron hospitales, escuelas y universidades antes de que los anglosajones siquiera lo imaginaran. El quiz de la cuestión era que, tanto Isabel la ‘católica’, como Carlos I de España y V de Alemania, querían salvar el alma de los indios, por lo que no tenían más remedio que cuidar su cuerpo y su cerebro. ¿Que durante ese periodo algunos españoles la prepararon como Amancio? De acuerdo, pero no era una política de ‘estado’ aniquilar a los indígenas. Como dije antes, hablo, mejor dicho, escribo, por boca de mexicanos muchísimo más listos que yo y que sabían, en primera persona, lo que contaban mejor que nadie. Y, ya puestos a reivindicar, nosotros, los leoneses, los españoles, deberíamos pedir que Italia se rindiese con armas y bagajes y nos pidiese perdón por invadirnos, darnos una lengua y un derecho. También, es cierto, esquilmaron nuestras minas (léase, ‘las Médulas’), y mataron a muchos antepasados nuestros, los Astures, para más señas.
Pero, por desgracia, el mundo siempre se ha movido igual, por los mismos anhelos y derechos de conquista. Somos lo que somos, los españoles, digo, por ‘culpa’ de aquellos imperialistas romanos. Como ellos son mexicanos por nuestra culpa, paras bien o para mal (en su caso, definitivamente para mal, porque no hay más que mirar lo que ha ocurrido en México después de su independencia). Y, por supuesto, Olivia tiene razón: ‘Doraimon’ construyó la catedral de León, ¡vas a parar!
Salud y anarquía.