Han pasado unos días y mil y una noticias desde mi último análisis de la cruda realidad que nos empapa a diario. Sorprendido quedé el lunes pasado cuando un viandante se me acercó en una de las principales vías de nuestra amable urbe, y sin más y tampoco con menos, me espetó lo siguiente, una vez que se identificó cortésmente –todo hay que decirlo–:
–¡No comparto nada de lo que escribe!
–¡Pues ya somos dos!, contesté con la misma o más cortesía primigenia.
Pero don Luis, vayamos a lo que nos subyuga a ambos, he visto su ‘Escopeta nacional’ y me ha sorprendido gratamente –perplejo diría–, es una obra intemporal ya que nada ha cambiado en nuestra piel de toro desde que magistralmente la describiese; llena de influencias, de correveidiles, de Ministros, de ministrables, de hipocresía barata, de algún que otro marqués o marquesa que pasaba por allí y de mucho tonto útil que se cree, o creemos, todo lo que nos dicen…
¡Ya está dicho don Luis!, siento si lo ofendo, ya que según he leído tenía usted la vaga esperanza de que todo eso cambiase.
Le voy a contar un chisme –pero chitón–; antes de deleitarme con su obra maestra vi en la tele las entrevistas a los dos candidatos a presidirnos durante los próximos cuatro años. Me gustaron los dos, tanto uno como el otro, aunque para serle sincero, no entendí ni un carajo de lo que dijeron, ni el otro ni el uno. Hasta cierto punto esto es comprensible ya que no estoy preparado para asimilar tanto dato macroeconómico, algoritmo indescifrable, tecnicismos varios y animadversión manifiesta.
Pues fíjese que los medios afines a cada uno de los presidenciables han dicho y dejado por escrito, que uno estuvo más bien que el otro, a su vez, los otros han dicho lo contrario, ¿cómo rumiamos esto don Luis?...
Lo único que cabe reseñar en este momento es que voy a votar a don Pablo Motos –al que no conozco de nada–, pero gestiona una empresa desde hace dieciséis o diecisiete años con notable éxito. Por lo tanto, don Pablo mi voto lo tiene garantizado, y haré todo lo posible para que también le otorgué su confianza don Luis.
Y aprovechando que el Pisuerga no pasa por León y la ‘Escopeta nacional’ está más viva que nunca, si me lleva a su programa a presentar mi libro, le vota toda mi familia y la gran mayoría de mi pueblo –hínquese de lo que le digo y tome buena nota de ello–.
Don Luis ¿qué le parece si para las próximas elecciones generales orneamos un partido político?, tendríamos ciertas posibilidades de éxito; los dos somos agraciados físicamente, somos estudiados, en nuestra ya lejana juventud fuimos soldados de infantería, usted es un genio y yo en cambio no. ¡Pues ya está!, la presidencia es suya, yo me conformo con la vicepresidencia primera, siempre y cuando me permita manejar los dineros a mi libre albedrío…
Una vez consensuado lo esencial, debemos hacer algunos fichajes para acometer las lides habituales de toda organización política; los candidatos cuanto menos listos o listas mejor. No tendremos ningún problema en lo referido, ya que hay verdaderos especialistas en el paro y más que habrá a partir del veintitrés de julio –inclusive este humilde siervo de las letras conoce alguna o alguno que habría estado ya en dos o tres proyectos políticos diferentes–.
El caso es decir y hacer creer al pueblo soberano lo que quieren creer y oír; después ya haremos lo que buenamente podamos, eso sí, tenga en cuenta que no vamos a sacar mayoría absoluta y tendremos que bailar y arrejuntarnos a quien nos dejen o podamos para sumar, pero nuestra voz debe impregnar la doña España descrita hace ya más de cuarenta años por uno de los hombres más inteligentes y perspicaces de toda nuestra historia...
Para don Luis García-Berlanga, con admiración cierta, respeto y cariño manifiesto.

Don Luis García-Berlanga, Don Pablo Motos y dos señores que pasaban por allí
12/07/2023
Actualizado a
12/07/2023
Comentarios
Guardar
Lo más leído