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Dios, la ciencia y la ignorancia

24/10/2023
 Actualizado a 24/10/2023
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Recuerdo que, hace algunos años, debatiendo con un estudiante de medicina, me decía: yo, como médico, no puedo creer en Dios. El pobre nunca pasó de primero de carrera. Hago mención a esta anécdota a propósito de un libro publicado recientemente bajo el título de ‘Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios’. No lo he leído ni de momento tengo intención de hacerlo, puesto que, antes de que este y otros libros parecidos salieran a la luz, lo he tenido siempre muy claro. Si Dios no existiera, yo tampoco existiría.

Creo que fue el gran Albert Schweitzer el que dijo aquello de que «poca ciencia aparta de Dios y mucha ciencia acerca a Él». A veces, hablando de estos temas, aquellos que dicen negar la existencia de Dios buscan como argumento la teoría del Big Ban. Inmediatamente les pregunto a ver si saben quién es el padre de esta teoría. Hasta ahora no he encontrado a nadie que haya sabido dar respuesta. Unos dicen que Stephen Hawking, otros que Einstein… pero no aciertan. Después les pregunto a ver si sería creyente o ateo. Y todo el mundo dice que ateo. En lugar de darles la respuesta verdadera les invito a que busquen en el teléfono móvil, en Google o Wikipedia. Con gran sorpresa ven que es un señor vestido de cura, llamado Georges Lemaître, sacerdote muy piadoso y a la vez profesor de matemáticas de la universidad de Lovaina. Incluso, si se buscan las imágenes, aparece fotografiado con Albert Einstein. Parece, pues, obvio que la ignorancia es lo más atrevido. Lo mismo podría decirse del padre de la genética moderna, otro sacerdote religioso llamado Gregorio Mendel, de Copérnico y muchos más…

Olvidan algunos listillos que fue la Iglesia la que abrió las primeras universales, hijas de las escuelas catedralicias. E ignoran que los conflictos entre ciencia y fe se deben a una incorrecta interpretación de la Biblia por algunos eclesiásticos respecto de los primeros capítulos del Génesis y del Libro de Josué, cuando se dice que mandó detenerse el sol. Hoy nadie medianamente culto ignora que el caso Galileo o la teoría evolucionista de Darwin originaron polémicas totalmente infundadas, precisamente por desconocer la naturaleza del lenguaje bíblico. Otra cosa muy distinta es el uso indebido de la ciencia que puede ir no tanto contra la fe como contra a la ética.

El ser humano puede descubrir el ADN, pero no podría inventarlo. Un oftalmólogo puede hacer operaciones complicadísimas, pero él no ha creado los ojos. El científico apenas puede hacer el plano de una casa que ya estaba hecha.
 

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