¡Qué pronto se pasan las semanas!, no te das cuenta y ¡zas!, otro sábado… Ayer viernes estuve de viaje, Valladolid y Zamora, más concretamente en Coreses. Me habían hablado de que estaban haciendo un complejo de hostelería y ocio que había que ver. Lo vi, sí que lo vi. Quedé sorprendido, ¡vaya rollo!, increíble, merece la pena conocerlo por lo menos. Es algo que yo no alcanzo a ver en toda su extensión, sobrepasa mi entendimiento. Ciertamente tampoco me lo propongo, porque es otra manera de entender la oferta tanto de hostelería como de gastronomía que nosotros hacemos, cosa que por otro lado creo que es interesante e importante: la diversificación y la diferenciación con calidad y dignidad de la oferta. Ahí está la clave, lo que se haga que se haga bien. No todo puede ser casas rurales ni mesones típicos, porque es la moda. Eso conduce inevitablemente a la masificación y la banalización de esa oferta. No es que esa moda sea mala en sí misma, no, si se hacen las cosas bien, creyendo, estando convencidos y viviendo lo que se hace: no hay problema, cada día, cada año que pase será más apreciada y valorada, pero si se cae en la moda barata que por desgracia está surgiendo, al final, el que no lo haga bien irá de puto culo… como todo lo que se realiza de cualquier manera… ¡No tiene vuelta de hoja!
¡Bien, por el «Convento primero» (así se llamará el complejo) de Coreses!
Cuando llegamos a casa, repasando la prensa, leo con sorpresa y a la vez con agrado un tema sobre el que siempre tuve ganas de escribir y decir algo: «El dinero del Deporte», escrito por Angélica Rubio. No sé si fue porque no me cuadró o porque no me atreví, el caso es que lo tenía cocido en mi mente, pero no llegué a exponerlo. Lo voy a hacer, con tu permiso Angélica. No entiendo ni me cabe en la cabeza el gastar esas enormes cantidades de dinero que se gastan los Ayuntamientos o las Diputaciones en subvenciones para los equipos de fútbol o de baloncesto profesionales de cada ciudad o de cada pueblo. Eso es una moda, no cabe duda. «Como lo hacen en otros sitios…», «Nosotros no podemos ser menos…». Me parece que eso de dar dinero al equipo de la villa o ciudad es un acto de falta de visión de futuro, sobre todo.
¿Qué se consigue con ello? Al final, nada. Bueno… sí, ese dinero de todos se lo llevan unos atletas foráneos que al año siguiente se marchan a otra ciudad donde le ofrecen más. Cuando les parece bien se van, marchan hacia su país de origen más contentos que unas pascuas.
¿En España?, sí, mucha «guita», España ser diferente. Mientras tanto, el equipo de la ciudad no consigue triunfos… «No, es que no podemos fichar al tercer o al cuarto o al quinto extranjero, así no podemos ganar». Dinero, más dinero. Las instituciones lo pueden todo…, ¡qué más da!, es dinero público, al fin y al cabo…, el caso es que nuestro equipo y ciudad suenen… Si por un casual el equipo va bien, ¡es la hostia!, parece que nuestro equipo y nuestro pueblo o ciudad son los mejores, ¡qué bien!, ¡qué buenos somos! Todo el mundo se congratula, parece que tocamos el cielo de felicidad… Es increíble la capacidad que tenemos de autosugestionarnos y hacernos pajas mentales.
El fútbol como espectáculo, sí, ¿por qué no? ¿El baloncesto?, igual, ¿por qué no?, pero ¡ojo!, que cada ciudad asuma lo que pueda de acuerdo con una afición que sostenga ese espectáculo. Rotundamente me parece que la institución que da dinero del que yo aporto con mis impuestos para financiar el deporte de élite, simplemente para aparentar, en tal o cual ciudad, creo rotundamente, ya digo, que me están tomando el pelo, así de claro. Me parece que esa actitud de una institución pública, lo menos que me parece, es irresponsable. Al entrar en esa dinámica no hay dinero que llegue, más fichajes, extranjeros ¡claro!, cuanto de más lejos mejor, suena bien en el equipo, ves la alineación y no sabes…, no entiendes… ¿este es el equipo de mi pueblo?, ¡vale!, ¡ole!, por nuestro deporte… Sí, ya sé que la gente quiere fútbol… también quiere vivir sin trabajar, pero tiene que joderse y seguir trabajando… El que quiera deporte para solazarse que lo pague como hace con otras cosas que le gustan. Las instituciones públicas que miren alrededor y que solucionen problemas cotidianos de convivencia, que solucionen el que su monte comunal esté limpio para que no arda, que solucionen el limpiar el río de mierda para que no nos avergoncemos al tener que enseñarlo a un forastero.
Que solucionen qué se va a hacer con las basuras que genera aquel ciudadano que pide deporte de élite… que solucionen o busquen soluciones para problemas de futuro. Que se gasten el dinero e inviertan antes de que ya no haya remedio… En fin…
También puede gastar en deporte. Personalmente creo que es la mejor y más rentable inversión que puede hacer, pero gastándolo en potenciar el deporte en toda la extensión de la palabra, en dar todas las facilidades habidas y por haber para que los niños miren al deporte, no como algo inalcanzable, sino como algo cotidiano, como algo consustancial con el pueblo. Ahí es donde hay que gastar el dinero de todos, lo demás son espejismos y juegos fatuos… Eso, es igual que la carabina de Ambrosio…
Un ejemplo bueno: lo que se está haciendo con la lucha leonesa o con los bolos en León.
¡Ojo al parche!, Invertir, como ahora se dice, en fichajes de relumbrón para que brille el equipo de turno con dinero público, eso es una perversión. Gastar ese mismo dinero, o en el peor de los casos, cinco o seis veces menos en crear deportistas de verdad, eso sí es saber estar, eso sí es estar con el deporte, eso es invertir en futuro, eso sí es adelantarse a los acontecimientos, eso sí es ser responsable y merecedor de depositar nuestra confianza en alguien que apuesta por ello.
Como siempre…, esta es mi verdad y por lo que veo no es extrapolable… pero ahí queda… ¿vale?…