en agosto de 2022 la Asamblea General del Consejo Internacional de los Museos (ICOM) reunida en Praga aprobó una nueva forma de entender el museo. Aunque aún dista de ser universalmente asumida y aplicada, en particular por las legislaciones, esa nueva definición añade a la que antes se basaba en un listado funcional una serie de objetivos y compromisos éticos que no siempre se pueden cumplir de entrada pero que, en ocasiones, no siempre se está dispuesto a asumir. En intentarlo estriba hoy día la autenticidad de un museo. Resalto las menos conocidas: no tener ánimo de lucro, estar al servicio de la sociedad, ser accesible e inclusivo, fomentar la diversidad y la sostenibilidad y, con la participación de las comunidades, operar y comunicar ética y profesionalmente. No es poco, pero no debería ser menos.
Este Día internacional de los Museos, celebrado el 18 de mayo desde 1977, se adorna de un lema significativo acorde con ese propósito ontológico. «El futuro de los museos en comunidades en constante cambio» subraya por una parte la encrucijada de esas instituciones de cara a un porvenir en que se cruzan con la inflacionaria noción de patrimonio cultural, las heterogéneas demandas culturales de la sociedad o la Inteligencia Artificial, entre otras. Y, por otra parte, el complicado reconocimiento de las comunidades a las que ha de servir en una realidad que diluye sus rasgos y dificulta su identificación para, en el piélago de sociedades «líquidas», volverlas inasibles, etéreas, virtuales.
Nadie sabe –aunque especulaciones abunden– hacia dónde deben ir o irán los museos en un futuro cercano. Pero resultan insoslayables algunos de los retos a los que se enfrenta desde hace décadas: la masificación de los grandes centros con la consiguiente degradación de las experiencias estéticas o culturales frente a la proliferación y desánimo de los museos locales, el desequilibrio de sus actividades de difusión en demérito de las de conservación, documentales o investigadoras, la penuria y precariedad laboral, los conflictos identitarios, etc.
Para un diagnóstico preciso cabe señalar que bajo la etiqueta museos se agrupan instituciones de muy distinto perfil, presupuesto, colecciones o vocación. Y, por supuesto, que enjuiciarlos con métodos empresariales como las cifras de visitantes, sus finanzas o cualquier consideración similar solo injerta baremos ajenos, empresariales, en ámbitos que es preciso valorar con otras consideraciones. Si se le pone al servicio exclusivo del turismo o de las audiencias el museo no solo deja de servir a las comunidades a que se debe o a la definición que se ha dado, sino que traiciona cuanto hay de distintivo y distinguido en su funcionamiento y también a quienes lo sustentan y acuden a él buscando algo diferente. Feliz día de los museos.