Desprecio sin límites

20/09/2023
 Actualizado a 20/09/2023
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«Los límites de mi idioma, son los límites de mi mundo», decía el filósofo Wittgenstein. Así supongo debieron sentirse algunos ayer en la sesión del Congreso de los Diputados que debatía el uso de las lenguas cooficiales en la Cámara Baja: limitados. Limitados en educación y en cultura, limitados en aprendizaje y en conocimiento. Cegados, con barreras mentales.

El lenguaje –nuestros idiomas- es una de las herramientas más poderosas de la sociedad actual y la mejor manera de descubrirnos como personas. Solo conociendo otras culturas seremos capaces de evaluar la nuestra, y quizá sea esta posibilidad de análisis la que ha generado tanto picor entre los políticos que quisieron incluso abandonar el hemiciclo antes que escuchar al resto de autoridades hablar por primera vez en su lengua cooficial en el Congreso. O antes incluso que colocarse un pinganillo, algo que sí harían en el Parlamento Europeo, por ejemplo. ‘Mare de déu’.

Con tiranteces políticas o no detrás, la consecuencia de gestos como este no puede sino transformarse en un odio irracional en las calles a lo diferente, a lo que suena distinto (a no ser que pensemos en el ‘outfit’ para ir de ‘afterwork’, como bien ejemplificaba Rufián en el Congreso, eso siempre será más ‘cool’). No sé si cada vez son más o menos personas las que utilizan el catalán, el gallego, el euskera y el valenciano en la calle o en el colegio, pero sí que estoy segura de que a miles de habitantes del territorio español no les gustaría que la lengua con la que se comunicaban con su abuela se perdiera ni tampoco que fuera despreciada en los lugares en los que se supone que tienen que estar representada la ciudadanía. Yo tampoco aceptaría que los más pequeños del pueblo no reconocieran un enroje o un tabón, ni que no reconocieran que «van a caer pusias al puchero». Y este desprecio podría ser solo un principio.

Es posible que me equivoque, y que esta fascinación simplemente venga dada por un cerebro monolingüe que no pudo ser educado en el aprendizaje de varios idiomas, pero tener los oídos abiertos a cualquier otra lengua no debería tener más que efectos positivos.

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