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Dale otra vuelta

18/11/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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El superviviente de los medios Alfonso Arús dedicó una emisión de uno de aquellos programas suyos a mofarse del abusivo uso que de la interjección «¡venga!» hacía por entonces el ciudadano español. En noviembre de 2018 otra es la expresión con más papeletas para ganar la rifa de la omnipresencia. No crean que la frase es el televisivo «Yo no soy de Murcia». Esa es coto privado de políticos jugando a no darse por enterados pero que han visto varias reposiciones de ‘Ninette…’. No, la fórmula mejor posicionada es «Dale otra vuelta». En imperativo o indicativo. En primera, segunda o tercera persona. En cualquier tiempo.

No me refiero a cuando se usa con sentido literal y oyen ustedes: dale otra vuelta a la llave, si vas a marchar de casa y no queda nadie, siempre dos vueltas; dale otra vuelta a la bufanda, que así no abriga nada, dale otra vuelta, que te tape la nariz y las orejas, que se enfrían muy fácil; dale otra vuelta a la rotonda, que te has pasado la salida. Por otro lado, se debe aclarar también que si oyen «vuelve, vuelve» quiere decir que giren el volante o se comerán la columna. Y si al preguntarle a alguien que si quiere un café con leche les responde «No, es que yo vuelvo en metro», no me pregunten. No tengo la más mínima idea de lo que quiere decir.

«Dale otra vuelta» hunde sus raíces en el diplomático «estamos trabajando en ello», al que últimamente se venían añadiendo además los provocadores «por su bien», «por su seguridad», o «por su bienestar». El sentido metafórico tuvo su renacimiento el otro día, cuando una compañera, al relatarme lo que le habían transmitido por teléfono sobre un asunto pendiente desde hacía meses, me dice: «le están dando otra vuelta». Qué maravilla, qué arte, pensé. Esa expresión debe convertirse en masiva este otoño.

Y, en viendo, lo será. Yo, de momento, tengo pensado usarla, y mucho. Aunque con un sentido ligeramente diferente. Cuando me den presupuesto para cambiar el embrague del coche o cuando mi gestora me entregue el borrador de la declaración veré más que oportuno decir «dele otra vuelta, ande». También a cualquiera que me diga que va a hacerse un tatuaje en la jornada benéfica que va a montar Garci en su estudio el 1 de diciembre. Que lleven el dibujito con las vueltas dadas, que ese día el tiempo apremiará.

Moraleja: no hay buena idea o proyecto o encargo que se precie que no pueda entonar el estribillo de La Bien Querida: «No paro de dar vueltas, vueltas y vueltas».
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