Cuando ante nuestro respetado fundador –del Grupo de Filósofos de lo Rural Sin Obra Publicada– (An Gelillo), las señoras dudaban al saludarle si darle la mano o un par de besos era él quien desfacía el entuerto y daba solución al problema: «Proceda, sin temor, que no hay nada que más me guste que me falten al respeto». Otro gran maestro, éste del colectivo de Poetas porque no jugaban al Fútbol por llevar Gafas de Culo de Vaso, daba la solución pero, la verdad, metía a la posible besante en un aprieto:«¿Piquito o mejillita?».
– ¡Uy, don Antonio!
– Bien ha dicho usted, don Antonio, no San Antonio.
Pues es que con la cosa de la Navidad nos metemos en el turbión de los abrazos y nunca sabes qué hacer, abrazo, no abrazo, quién coños es este barrigudo con un gorro colorao... yo, la verdad, soy muy partidario de la teoría de An Gelillo, lo mejor es faltar al respeto, que también es una tradición navideña, como bien saben aquellos cantineros que se reunían el día de los Inocentes por La Gitana o el Miche o el Besugo y cantaban coplas que preparaban durante el año y que siempre había alguien que escuchaba detrás de la puerta y se las pasaba a la Policía, y no precisamente para ensayar. Que a poco de empezar ya llegaban los grises y pal cuartelillo. Grave fue aquel año que otro periódico tenía un director que era cura y el nombre acababa de ón y en el Barranco trabajaba La Moncha en el llamado oficio más viejo del mundo, y el mayor de los inventos de aquella España que avanzaba hacia la modernidad, decían ellos, era que para hablar por teléfono ya no había que ir a la centralita, se marcaba en el aparato y por eso le llamaron ‘el automático’. Y decía la coplilla: «Con esto del automático / hay que ver cómo está León / llamas a casa de la Moncha / y contesta don -----ón».
Y bien hacen en no callar las coplillas, tal vez así las escuichen. El jueves, no se cuántos policías custodiaban a Mañueco y un grupo coplero creyó que iban a por ellas pues cantaban un villancico que no se parece a los del especial de Rafael: «Esta noche nace un niño / resalado y morenito. / Tiene negro el cabello / es un niño palestino. // La madre se desespera / no puede amamantarle / en la tienda hace frío / ¿dónde habrá ido su padre? // Fue en busca de alimento / pero no dejan pasar, / a los camiones con harina / que le podrían salvar».
Mañueco dijo que «qué bonita es la Navidad, que lograr que cada 25 de diciembre llegue la Navidad es un ejemplo del modelo de éxito que presido»; y Carlos Martínez, que también viene de vez en cuando, dice que «¿veis cómo hay que ir más allá del León, Zamora y Salamanca?Esta gente le está cantando a los niños palentinos». De Guardo, sobre todo.