02/06/2025
 Actualizado a 02/06/2025
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En 1977 asistí por primera vez a un partido de la Cultural Leonesa. Fue en el desaparecido Estadio Antonio Amilivia, aunque los aficionados más veteranos todavía lo llamaban La Puentecilla. Eran tiempos de esplendor y orgullo deportivo en la ciudad, en los que el primer equipo de fútbol generaba ilusión. Había militado en Segunda División pocos años antes y Marianín, Ovalle, Villafañe, Piñán y compañía eran mitos en León.

En las siguientes décadas La Cultu entró en barrena. Estuvo en Tercera División varias veces y a punto de desaparecer a causa de la mala gestión y las deudas económicas. La pasión de los incondicionales y el arrojo de unos pocos sacaron el equipo adelante hasta la llegada en 2015 de la catarí Aspire Academy. 

En 2017 se logró un efímero ascenso que un año después dejó al equipo otra vez en el hoyo. Esta temporada la Cultural y Deportiva Leonesa ha conseguido de nuevo el ascenso a la división de plata del fútbol español. Una enorme y merecida alegría para el montón de fieles que convive los fines de semana con el buen tiempo que tenemos durante el invierno en el Estadio Reino de León.
Alcanzado el ansiado objetivo, es ahora cuando hay que demostrar valía. No volvamos a las andadas. León merece un equipo estable en Segunda División. 
En los próximos meses comprobaremos hasta qué punto se implican la empresa privada y las instituciones públicas leonesas con la Cultural. La oportunidad es única. Esta puede ser una excelente manera de vender la imagen de León por el territorio nacional. “Marketing by the face”.

Y que hablen bien de nosotros, no como ha ocurrido últimamente con los deplorables ejemplos de los alcaldes de León y Ponferrada, uno saltando con el manido “pucelano el que no bote” y el otro demostrando su nulo ‘fair play’, al ironizar con el campeón de rugby en vez de felicitar a la Cultural. Ojalá la Ponferradina ascienda.

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