jose-miguel-giraldezb.jpg

Cultural Leonesa: visión ante el abismo

26/02/2018
 Actualizado a 15/09/2019
Guardar
Empecemos el artículo con claridad: si la Cultural Leonesa, más de cuarenta años después de su anterior participación en la división de plata, desciende a Segunda B, estaremos ante un fracaso sin paliativos. Esta es una verdad irrebatible, por más que se pretenda disimular, pues quien no aprovecha una ocasión única, que sólo sucede aquí, a lo que se ve, cada medio siglo, no puede sino reconocer que no ha sido capaz de activar todo lo necesario para mantenerse en la categoría. La Cultural Leonesa se encuentra ante el abismo: los números cantan. Pero es mejor pensar en ello ahora, cuando aún quedan muchas jornadas para terminar el campeonato. Es mejor pensar en ello y no agachar la cabeza, ni envolverse en explicaciones inanes. Es mejor aceptar que estamos ante el abismo. Esperemos que, en unas semanas, el discurso final no sea aquel de "ayer estábamos ante el abismo y hoy, al fin, hemos dado un paso hacia adelante".

Lo cierto es que este equipo empezó la temporada con energía e incluso con buenos resultados. No en vano, aún mantiene un colchón de puntos que viene fundamentalmente de aquellos días primeros (y de una sucesión de empates, que, a la larga, también son responsables del fiasco presente). ¿Qué ha pasado para que las cosas, de pronto, vayan mucho peor? ¿Dónde quedó aquella capacidad de sorpresa, que permitió incluso remontar partidos ante equipos que ahora son líderes de la categoría? ¿O fue sólo un golpe de suerte? Vaya por delante que no creo que, salvo alguna cosa, fuera la suerte la que nos dio todos aquellos puntos sorprendentes. La Cultural venía de una temporada grandiosa en Segunda B, de donde logró salir por fin, nada menos que casi medio siglo después (que se dice pronto). Los jugadores y Rubén de la Barrera lograron una hazaña que otros muchos durante décadas, pese a intentarlo con insistencia, fueron incapaces de lograr. Y esto debe reconocerse. Pero aquello quedó atrás. Es parte de la historia, de la buena historia, y no se puede vivir de nostalgias, aunque sean tan inmediatas. Esta Cultural que desembarcó en Segunda división tras una larguísima ausencia no parecía temer los enfrentamientos con equipos que habían pasado muchos años en Primera División. Ahí están algunos de los primeros resultados de la temporada para demostrarlo. Insisto, ¿qué demonios ha ocurrido entonces?

Parece un hecho objetivo que la Cultural Leonesa juega peor de lo que jugaba en la primera vuelta. Al menos, la racha de resultados actual así lo demuestra. Parece que se ha ganado en confusión y se ha perdido intensidad. Alguien dirá que las incorporaciones del mercado de invierno podrían haber marcado diferencias más notables, como parece que está sucediendo con otros equipos de ‘nuestra liga’. No estoy muy seguro de ello. Es verdad que nos faltan goleadores, pero otros dirán que en realidad nos faltan defensas. Cuando las cosas van mal, todos somos entrenadores. Y es muy cierto que todo es mejorable, claro está, y más conociendo el techo salarial de este equipo. Y tal vez también es cierto que los nuevos fichajes deberían ayudar a construir nuevas propuestas, deberían ayudar a apuntalar la defensa y a lograr goles con más facilidad. Dijo De la Barrera no hace muchas fechas que Ideguchi tampoco es Maradona: pero, ¿es que acaso necesitamos a Maradona para salvarnos del descenso de una segunda división? Parece mucho pedir.

Se podría decir que las nuevas incorporaciones aún no han dado lo mejor (esperemos que den mucho más, aunque algunos no hayan tenido muchos minutos), pero la columna vertebral del equipo sigue ahí. Pensemos que comenzamos el campeonato sin una de las figuras del ascenso, Álex Gallar (que está demostrando su valía en el Huesca), y, aunque hubiera sido mejor que nunca se hubiera ido, no por eso entramos con dudas en Segunda división: sin él ya conseguimos grandes resultados. No hay que pensar en la leche derramada, sino en lo que se puede hacer, cuanto antes, para cambiar esta peligrosísima deriva. Y no se puede esperar ni un minuto más. Se acabó el tiempo, eso es todo: quedan jornadas, es verdad, pero la recuperación tiene que empezar en el próximo partido. No hay nada más que negociar. Nada que no sea la victoria.

Podría parecer, tras lo expresado en las líneas precedentes, que uno descree de esta Cultural. O que no está en absoluto de acuerdo con su fútbol. Ni mucho menos. Al contrario, pienso que este equipo practica un fútbol elegante, de alto nivel para la categoría en la que juega, un fútbol del que, a buen seguro, también es responsable el entrenador. La Cultural ha ofrecido en estos dos años algo que aquí no se había visto en mucho tiempo, seamos sinceros (la memoria es frágil, me temo). Ser coherentes con una forma de juego tan atractiva me parece razonable, pero, sin necesidad de cambiar lo que se hace bien (no creo que el pelotazo vaya a arreglar nada), también creo que hay que solucionar los graves problemas que nos han lastrado de una manera no puntual, sino sistemática: las pérdidas reiteradas de balón, sobre todo. No tengo dudas sobre el esfuerzo, pero lo cierto es que hay partidos (pienso ahora en Lugo, donde el Barça B sí ganó, por ejemplo) en los que la intensidad aplicada debería multiplicarse por algunos enteros. Sin ella, el equipo se ve abocado a grandes esfuerzos, porque casi siempre tiene que intentar hacer gol por detrás de su rival. Y contra el reloj. Esto convierte los encuentros en tareas hercúleas, colosales, épicas, y no se puede estar siempre esperando por el momento de la épica. Porque a veces, como sucedió en Almería, ese momento no llega.

Creo que no somos peores de lo que éramos, aunque tal vez nuestros rivales sí son ahora mejores. Pero, por ansiedad, o por confusión, o por casualidad, estamos peor de lo que estábamos, y, salvo detalles, nuestro juego también ha empeorado. Ya no parecemos capaces de superar a cualquier rival, una sensación que sí tuvimos muchas veces. Insisto, ¿qué ha ocurrido, para pasar de ser una revelación a ser el síntoma de un fracaso? Difícil saberlo. Pero mejor lo sabrán quienes están dentro de este proyecto, a todas luces ilusionante (y, por eso, más amargo si al final no se salda con éxito). El entrenador parece convencido de que el equipo se puede mantener. Lo dice cada domingo, a pesar de las derrotas. No está mal el optimismo, pero tiene que refrendarse con resultados. Puede que el comienzo tuviera algo de espejismo, pero sucede que la Cultural, objetivamente, no tiene mal equipo de fútbol, y es seguro que debería estar clasificado más arriba, quizás en la posición templada de la tabla. ¿Por qué no está en esa posición? El fútbol, aunque sea el resultado de la suma de puntos, no es tan matemático. ¿Malos arbitrajes? Alguna vez. Pero no otras veces. En Valladolid y Almería hemos perdido por un penalti. El sábado, incluso fallando uno. Son asuntos que invitan a pensar. Me gusta la apuesta por el estilo brillante y de toque (que se hace mejor cuanto mejor es la plantilla, claro), pero hay un dicho que afirma que si quieres lograr resultados diferentes tienes que hacer cosas diferentes. No puedes hacer lo mismo si quieres conseguir algo distinto. Pero eso no implica un cambio de filosofía: implica adaptar la filosofía a los jugadores y viceversa, multiplicar la intensidad y aminorar en lo posible los pases confusos y en condiciones adversas, sobre todo en campo propio.

No suelo hablar mucho de fútbol en esta columna. Ni en la vida diaria. Sólo es un juego. Pero sé muy bien lo que esto significa para esta ciudad. Y el largo camino que ha supuesto llegar hasta aquí. Y el bien que hace a la proyección exterior de León estar en el fútbol profesional. Esta Cultural que ha empezado por remozar su escudo, que habla sin parar de un proyecto estable a largo plazo, no puede dejar escapar ahora esta oportunidad. Dejemos lo accesorio, hagamos lo importante. Los aficionados deberían ser los primeros en volcarse aún mucho más. Descender de nuevo, después de esperar medio siglo, pero, sobre todo, después de los puntos conseguidos en la primera vuelta, sería un fiasco sin paliativos. No se puede esperar más: las palabras ya sobran. Ahora, el fútbol.
Lo más leído