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La Cultural Leonesa en su Via Crucis

14/04/2025
 Actualizado a 14/04/2025
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La errática trayectoria de la Cultural en las últimas semanas me lleva a hablar de fútbol más de lo que yo quisiera. Pero mejor meditar serenamente sobre la situación antes de que sea tarde. No hay, por supuesto, ningún interés en hurgar más en la herida, que parece profunda y preocupante. Al contrario, me anima el propósito de ayudar un poco a detener la hemorragia, tan abundante como inexplicable. No creo que la solución sea ignorar lo que pasa, hacer preguntas sólo oblicuas o parabólicas, no directas sobre el mal del enfermo (si no lo está, lo parece): al contrario, la crítica, si tiene espíritu sanador y constructivo, no debe ser desdeñada. He leído que la afición debe mostrarse como una piña, inasequible al desaliento en el apoyo al equipo, porque en tiempos de dificultad conviene no hacer mudanza. Puede ser cierto: pero ¿apoyo hasta el infinito y más allá?

Esta es una afición muy vapuleada por la historia. Con algún éxito reciente, es verdad (se pierde la Segunda División de manera dramática e inexplicable, no se olvide). Con una historia que nos gusta ver como gloriosa, pero esa gloria procede de tiempos lejanos. Y, para una ciudad de este tamaño (bueno, no sé si el tamaño importa), los resultados de más de un siglo podrían haber sido algo mejores. Siento la dureza, pero esto es así. 

Así que la afición, acostumbrada a sangrar por la herida de la derrota, tampoco se merece sacudidas como la que ahora mismo está sucediendo. Quiero decir: apoyo sí, siempre, porque uno ha de apoyar a su equipo, pero resulta que la crítica es parte fundamental del apoyo. Ah, y la autocrítica. No cerrar lo ojos y aceptar lo que sea, sólo porque nosotros lo valemos. No.

Las cosas suceden por alguna razón, y, aunque no la hubiera, porque el fútbol es caprichoso y está sometido a los avatares de la fortuna, desde luego, no es menos cierto que hay que poner remedio a esos males, sea porque se juega peor, o con peor plan, o sea porque la diosa de la suerte nos haya dado la espalda. No importa: los efectos son los mismos. Nada se parece a la imagen de la primera vuelta. Nada. Y es necesario hacer algo para volver de inmediato a la senda anterior, porque no puede ser que se hayan olvidado de lo que hacían, que era bueno, incluso, a ratos, brillante (eso sí, sin grandes alardes goleadores). Y ahí están los datos para corroborarlo. Algo pasa, y no sólo aquello de que los contrarios nos han descubierto, y ahora saben como contrarrestarnos. Si es así, conviene no seguir haciendo lo mismo, ¿no?. Porque si haces lo mismo obtendrás los mismos resultados. Para revertir una tendencia, hay que hacer algo distinto.

No hablo, no, por Dios, de esa idea a la que suelen acudir los llamados resultadistas. Si no estamos finos, hagamos juego directo y patapum p’arriba. Es una tendencia habitual de los que creen que el fútbol, en una división como esta, sigue siendo como hace cuarenta años. No es verdad. Hay equipos que juegan muy bien, que combinan con acierto. Esta es una división difícil. Por eso lo que la Cultural Leonesa había hecho hasta hace aproximadamente seis semanas merecía todos los elogios. No estaríamos como estamos ahora, enfadados y disgustados, si no hubiéramos llegado hasta aquí. No estaríamos agobiados por el miedo a la inminente pérdida del ascenso directo (espero equivocarme), si no fuéramos líderes. En puridad, el equipo nos ha acostumbrado mal este año con su trayectoria. Nos enseñó muy pronto el camino del éxito. Nos llegó a parecer un camino sencillo y empedrado, pero eso, simplemente, no sucede en esta categoría.

Ahora bien, llegados a este punto, ya no podemos conformarnos. No. El conformismo puede ser útil a veces, pero no si eres el líder. El que se conforma suele ir tirando, pero nunca obtiene éxito. Para eso hace falta riesgo. Tras la muy dañina derrota en Tarazona (y otros fiascos), muchos arguyen (leo en los comentarios) que en realidad no hay un interés verdadero en el ascenso: es una teoría conspirativa, digámoslo así, que ya se ha puesto en marcha otras veces. Permítanme que no pueda creerla. 

Estoy seguro de que esta directiva y este equipo (y, por supuesto, esta ciudad) quieren que el equipo ascienda. Lo contario sería estúpido. Se armó una gran plantilla, esta vez sí, aunque algunos crean que tan buena, visto lo visto, no será. Pero conozco la trayectoria de muchos de estos jugadores (en Galicia, por ejemplo) y es más que excelente. La calidad existe. La confusión en el momento actual, también. Puede ser un bloqueo temporal, fruto del vértigo del primer puesto… ¿Con la trayectoria de la mayoría de estos jugadores? ¡No puede ser! Deberían estar jugando de manera rotunda, sin dar una sola oportunidad a los contrarios. El Nástic acaba de meter casi diez goles en dos partidos. Y un buen número de ellos a la Ponferradina. ¿Nada que decir? Para ser líderes hay que ganárselo. Y lo habían hecho hasta ahora. ¿Qué ha pasado, entonces? ¿Hay un análisis? ¿Hay un plan? 

Puedes tener un mal día, pero no un montón de días malos de manera consecutiva. Y eso que, en verdad, esa esquiva Fortuna, tan habitual, en esta temporada nos ha ayudado como nunca, sobre todo en los minutos finales (por más que eso tenga que ver también con la intensidad del juego del equipo). Pero hemos ganado muchos puntos in extremis, no se olvide. ¡La suerte del campeón!, replican algunos. Sí. Hasta que la suerte se acaba.

No quisiera ser duro con el entrenador. Él nos ha traído hasta aquí, hasta el primer puesto. Bueno, él y los jugadores. Con la mirada en el año pasado, se diría que sus segundas vueltas no son para enmarcar. Parece que sucede otra vez, pero, como soñábamos con el ascenso directo, el dolor es mayor. No sé si se puede decir que el equipo se ha caído. Pero parece sometido a un raro encantamiento, a una confusión de la que no sabe salir. ¿Se ha cambiado algo para salir de ella? Algo que pase por un equipo que ama el toque, el buen trato de balón y que puede ser muy contundente en las áreas. ¿Por qué eso ya no funciona? ¿Por qué algunos jugadores, que nos parecían geniales (y, al menos, parecen muy buenos) se han apagado dramáticamente? ¿Hay estrategia? ¿Planes para contrarrestar al contrario? ¿O todo es ya falta de confianza, miedo y vértigo, una cosa psicológica?

En fin. Lo decisivo llega. Ahora sí. Y no llega en la mejor situación. Incluso ascendiendo después, una derrota con el Nástic no sería de recibo (pero se olvidaría). De hecho, no ascender directamente, tras la ventaja de puntos, sólo puede leerse como un gran fracaso. Sería un fracaso inmenso, incuestionable. Y supondría un golpe muy injusto para la afición, por más que esté acostumbrada a que se evaporen los éxitos y los sueños. Veremos.

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