La semana pasada me preguntaban Ángela y Mario, dos alumnos, mi opinión sobre la polémica canción que nos representará este año 2024 en Eurovisión: ‘Zorra’, interpretada y compuesta por el grupo Nebulossa, un dúo electropop que ganó el Benidorm Festival. Ellos son jóvenes y eurofans y no ven nada de malo en que sea la elegida, más bien están abrumados por la repercusión que está teniendo en las grandes plataformas a nivel mundial, pero yo siempre soy sincera y les dije: «No podéis esperar, de alguien que ama la poesía y titula su libro ‘La delicadeza’, que esté conforme con esta apuesta».
Me parece bien que sea una mujer madura quien nos represente, rompe ese muro llamado «edadismo» que parece haberse instalado injustamente en nuestra sociedad como una losa, pero mejor sería que lo derribase por talento y no por polémica.
Por otro lado, cada vez estamos más hartos de este bombardeo infernal de mala música, malos poemas, malos libros, pelis terribles, lo que habitualmente yo llamo «cultura basura» y que ha llegado para quedarse porque mueve dinero el mal gusto y ocupa estanterías, pódiums, escaparates, escenarios, premios y carteleras.
Mientras la cultura de calidad a duras penas sobrevive escondida en el subsuelo, con nulo o escaso apoyo por parte de mecenas u organismos, la sociedad y más en concreto los jóvenes, tragan con relativa normalidad este engendro que ni siquiera puede llamarse cultura, es entretenimiento del malo.
El arte de verdad pasará a la Historia, como han pasado Picasso, Kafka, Chopin, María Callas o Ella Fitzgerald. Este tipo de faranduleros, dicho sea sin prejuicios ni mala intención, solo serán una anécdota más en el calendario de un festival que pierde dignidad año tras año sin naufragar en el intento.
No es el mensaje, que se reduce a un tópico subjetivamente interpretable. Son las formas. No hay nada más machista que una mujer llamando a otra «zorra».