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Cuestión de perspectiva

18/01/2023
 Actualizado a 18/01/2023
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La ambición en la vida es básica para no estancarse. Podría decirse que es uno de los motores para enfrentar el inconformismo y seguir creciendo, una forma de motivación para avanzar y mejorar cada día. Sin duda, un concepto que va unido al de exigencia, entendida como aquellas actuaciones que debemos realizar para lograr los objetivos que nos planteamos. Pasa que a menudo se confunden ambos términos como sinónimos. Simplificando, la ambición es el deseo -futuro-, mientras que la exigencia es lo que debes hacer para lograrlo -presente-, y ambas deben ser realistas. Todos soñamos, eso está muy bien, y a veces hasta nos fijamos objetivos tan ambiciosos que nos obligan a poner los pies en el suelo de tan exigentes que son. De igual forma que la ausencia total de ambición y exigencia es negativa para cualquier individuo, también puede ser perjudicial un exceso de ellas. Por eso, para evitar frustraciones innecesarias, debemos aprender a calibrarlas. Rafa Nadal puede tener la ambición de ganar su 15º Roland Garros y autoexigirse el trabajo y los resultados necesarios para lograrlo, pero seguro que a ningún aficionado se le ocurriría exigirle lo mismo al nº 38 del ranking. Quizás en un futuro, pero ahora mismo lo más probable es que terminase frustrado ante una meta inalcanzable y cayese en el error de pensar que no está haciéndolo bien, cuando lo cierto es que muy pocos deportistas pueden alcanzar el Top-50. Sin la perspectiva adecuada, todo queda diluido. No pretendo juzgar a ningún aficionado, ni mucho menos decirle a nadie qué debe hacer o exigir. Sólo recordar que esa costumbre tan española de simpatizar con un «equipo grande» a veces puede hacernos perder esa perspectiva. Por supuesto que la Deportiva aspira a lo máximo, a jugar un Play Off de ascenso a Primera. Pero no podemos exigirle a diario lo mismo que a quienes juegan finales de Champions. Hacen que ganar parezca fácil, pero la realidad de nuestro fútbol es distinta. Lo que sí podemos y debemos exigir es compromiso, lucha y sacrificio. Solidez, garra, intensidad… lo demás vendrá solo. A El Toralín se va a sufrir y, si se tercia, a disfrutar. Debemos tenerlo claro al poner el pie en nuestro templo. Por si se nos olvida, ya lo dijo Francesco Totti: «Si apoyas a los clubes grandes del país antes que al equipo de tu ciudad o región, no te gusta el verdadero fútbol, te gusta ganar». Y a nosotros nos gusta la Deportiva.
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