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Cuestión de contexto

04/03/2023
 Actualizado a 04/03/2023
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A los ciudadanos del siglo XXI nos cuesta aceptar las obras artísticas tal y como fueron concebidas por sus creadores en su época original. Necesitamos adaptarlas a nuestra forma de pensar, modernizarlas. Nos cuesta adentrarnos en su contexto y comprender que la mentalidad y la concepción de las ideas evoluciona al mismo ritmo que la propia humanidad.

Quizás todo esto empezó ya en el siglo XX cuando Luis Cobos se dispuso a dirigir una orquesta que interpretase temas clásicos avivada por un mítico chunda-chunda. Recuerdo que entonces aquellas versiones me parecieron terribles, aunque se vendieran como churros en enero. Ahora los problemas se han vuelto más ideológicos, aunque persiste la cuestión de las modas. Hay series ambientadas en la Inglaterra victoriana en las que los personajes se sirven capuchinos, los condes son de razas que en aquellos años vivían esclavizadas y en la corte se bailan zarabandas con melodías de Madonna.

La última noticia al respecto saltó al ruedo esta semana, y parece ser que los libros de James Bond serán reeditados sin referencias raciales ofensivas. Se pretende prohibir o censurar la palabra ‘negro’ con connotaciones negativas, sustituyéndola por ‘hombre negro’ o ‘persona negra’. También se ha ordenado suprimir la frase en la que se alude a que «eran unos tipos respetuosos con la ley, excepto cuando habían bebido demasiado».

Podemos empezar por Bond y no acabar nunca o dinamitar la libertad creativa desde la Prehistoria hasta hoy, porque si volvemos la vista atrás, nos vamos a encontrar con millones de detalles, expresiones y acciones que ahora resultarían ofensivas para unos u otros colectivos, pero que cuando fueron creadas no resultaban hirientes. ¿De verdad no somos adultos para saber entender cada frase o gesto en su contexto, para discernir el bien del mal, la ficción de la realidad? Porque si es así, la dichosa ‘ofendiditis’ herirá de muerte la Historia del Arte.
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