08/03/2023
 Actualizado a 08/03/2023
Guardar
«No me contéis más cuentos que vengo de muy lejos y no quiero que me sellen la boca y los ojos con cuentos». Es una lástima que la Real Academia de la Lengua no distinga también con una tilde, como hace con solo y sólo cuando diferencia entre soledad y solamente, el cuento que es mentira, del cuento maravilla. León Felipe no quería que le contaran más mentiras, no quería que le taponaran los oídos con mentiras, pero sin duda le encantaban los cuentos, los de verdad, las maravillas que toman forma de historia que contar.

Hacía mucho tiempo que no tenía dudas sobre qué ropa vestir. La cita era importante. A las nueve allí estaba, «en el lugar y a la hora de la cita, alta la fe y el corazón en punto». Algunos me vieron al pasar y me saludaron de lejos, corrieron a avisar a los demás, otros me llamaron por mi nombre y corrieron a contar a los demás que ya había llegado. Ya todos lo sabían. Tuve que esperar. Una vez que habían colgado sus abrigos en las perchas y estaban colocados conformando asamblea, Patricia me invitó a pasar y medio centenar de ojos abiertos como platos me dio la bienvenida a la clase de ‘los naranjas’. Los viernes nos dan la oportunidad de ir a contar un cuento a nuestros hijos. Les pregunté si la sillita en la que me tenía que sentar resistiría, porque yo era muy grande. ¡Claro que sí! ¡Siéntate! Se reían de mi miedo. Hay miedos que los niños no entienden, preocupaciones que nunca entenderían. ¡Siéntate que no se rompe! Gritaron al unísono como sólo los niños saben hacer de muchas una sola voz. Y allí sentado me encontré con el mejor auditorio ante el que me he presentado. Me presenté. Les di las gracias. Les conté el cuento. Les hubiera contado mil y un cuentos para no irme nunca de allí. Me abrazaron todos. Se agarraban a mis piernas para que no me fuera. Me fui feliz, alegre, vivo.

Hace ya mucho tiempo fui profesor en la universidad pero nunca tuve alumnos como estos niños de 4 y 5 años. Mientras les contaba veía en ellos la ilusión innata por aprender, el respeto a quien les enseña, la atención y el disfrute con cada página y la emoción por conocer la siguiente. Nunca la generosidad de su agradecimiento por haberles ido a contar un cuento.

Gracias a toda la clase de I4B del Colegio Joaquín Costa por regalarme la ocasión de compartir con vosotros ‘A partes iguales’.

Y la semana que viene, hablaremos de León.
Lo más leído