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‘Cuento de Navidad’

30/12/2021
 Actualizado a 30/12/2021
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«El Covid estaba muerto, eso para empezar». De esta forma comenzó Dickens su archiconocido ‘Cuento de Navidad’. Vale, en realidad habría que cambiar el nombre de la dichosa enfermedad por el de Marley, el socio de Scrooge (Jim Carrey y el tío Gilito en las versiones de Disney) y el primero de los tres espectros que se aparecen en Nochebuena al avaricioso prestamista. Pero el caso es ese, que a nosotros también se nos ha presentado estos días el fantasma de las navidades pasadas, el de un virus al que dábamos casi por enterrado.

Con récords de contagios y con cuarenta cuarentenas que todos podríamos contabilizar entre nuestros conocidos, en este final de año hemos descubierto que el fantasma de las navidades presentes se parece bastante al de las pasadas. Aunque para fantasmas, avariciosos, cuentos y cuentistas, los de la clase política nacional y autonómica. Pedro Sánchez continúa con su miserable dejación de funciones y, en su estrategia de tocar lo menos posible para no romper nada, sigue evidenciando su tremenda incompetencia y lo grande que le viene el cargo. Fernández Mañueco tampoco está para dar demasiadas lecciones: destituye a su consejera de Sanidad en plena ola de Covid por unas puñeteras elecciones y confirma que su partido no distingue entre libertad y libertinaje. Me gustaría creer que, a uno y a otro, las urnas les pondrán en su sitio... pero me temo que tendrán que hacerlo los libros de Historia.

Ante lo traumático del pasado y lo desconcertante del presente, no queda otra que hacer como Scrooge y dar un paseo con nuestro fantasma de las navidades futuras: la certeza de que esto se repetirá una y otra vez mientras no aprendamos de nuestros errores y dejemos atrás esta inoperativa codicia. Dicen los expertos que la mejor tercera dosis es la primera en los países subdesarrollados. Algo que se debe aplicar el gobierno o la farmacéutica de turno, ya que la solución a este problema global solo llegará con una respuesta solidaria en los cinco continentes.

Nadie sabe si las manos divinas crearon al hombre o las manos humanas a Dios, pero lo que 2021 ha dejado claro es que las nuestras han fallado a la hora de acabar con la pandemia. Por ello, quizá la forma más resignadamente sensata de acabar esta columna y de dar la bienvenida a 2022 sea con la que Dickens terminó su archiconocido ‘Cuento de Navidad’: «¡Que Dios nos bendiga a todos, a cada uno de nosotros!».
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