Javier Fernandez

Cuando la realidad supera a José Mota

24/12/2025
 Actualizado a 24/12/2025
Guardar

Para la mayoría, estas son fechas de viajes, de reencuentros, de ilusión y de magia. De dejarte sorprender por las iluminaciones de los pueblos. De prometer que solo comerás «un poco más» y acabar desabrochándote el botón del pantalón. De cantar villancicos, desafinando como un reggaetonero sin autotune. Pero, para otros, son días de lamentos porque no te tocó ni un reintegro y tienes que seguir madrugando para presentarte en el curro. De mirar el décimo premiado y convencerte de que el tuyo «era casi igual». De pasar 40 minutos intentando salir del parking de un centro comercial. De no encontrar mesa para cenar ni en el kebab del barrio. De regalar calcetines sin convicción y recibirlos con falsa gratitud. Y lo peor: de soportar las mismas películas suecas de sobremesa que ya emitían cuando Papá Noel era imberbe, esas en las que siempre nieva, nadie trabaja y todo se arregla con una taza de chocolate caliente mientras tú miras el reloj preguntándote en qué momento tu vida se convirtió en eso.

Huyendo de estos mazapanes audiovisuales, más empalagosos que un turrón de Jijona derretido en pleno agosto, las Navidades también ofrecen planes disfrutones de sofá, café y manta más fáciles de masticar. Estos son días para que los Hermanos Duffer te destrocen la cabeza con la siguiente entrega de fenómenos paranormales en Stranger Things, lo que servirá para ir abriendo boca para mi momento favorito desde que el imberbe era yo: el programa de José Mota, aunque el escenario es radicalmente opuesto a lo que conocí.

Ya no es Mota el que parodia a los personajes del día a día; ahora son los personajes los que parodian a Mota en un largometraje de 365 días. Que el ministro de Transportes invoque a la inteligencia artificial de Twitter para ridiculizar a un usuario, con el giro de que el truco le hace boomerang y termina bloqueando a la IA —¡bienvenido al club, Grok!— porque el ridiculizado al final fue él, es un sketch que hace unos años hubiera sido de Mota, pero ya no. Que el candidato del PSOE a presidir la Junta viaje a León para ganarse el voto de los leoneses y acabe burlándose de ellos, es un sketch que hace unos años hubiera sido de Mota, pero ya no. Que el presidente del Barça convoque a los medios para enseñarles unas cajas con supuestos informes arbitrales dentro, esos que sus entrenadores niegan conocer y que no puede presentar ante la Fiscalía, es un sketch que hace unos años hubiera sido de Mota, pero ya no. La actualidad parece sacada de un guion suyo… solo que ahora Mota mira desde la pantalla, aplaudiendo y reconociendo un trabajo sublime: «Joder, ¡qué buenos son estos cabrones!»

Y nosotros, sentados frente a la televisión, solo podemos ser espectadores mientras nuestra esperanza se derrite más rápido que el turrón en agosto. Y eso no es ninguna comedia.

Lo más leído