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Cuando un niño con hambre pide pan

06/09/2025
 Actualizado a 06/09/2025
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Era una canción de Cesáreo Gabaráin que nos enseñó en el colegio María Dolores, la profesora de música.

La ausencia de pan era el comienzo, y continuaba su lamento: «cuando llora porque nadie se lo da…». Sobrecogía pensar en el rostro doliente de un niño rogando alimento.

Recuerdo doloroso que se agudiza estos días de algarabía estudiantil, pensando en los que no retornan ahora ni lo harán nunca. 

Es delicioso ver cómo los niños acarician su material de estreno, excitados ante la novedad de un curso que se despliega, esperanzados ante el simpático alivio de los padres que por un lado desean cierto respiro extenuados, tras planificar actividades a diestro y siniestro con que colmar tantas horas hambrientas de actividad frenética.

Pero más allá de nuestras escuelas y nuestros niños hay otros cuyas voces se han silenciado para siempre. 

Hoy se leerá el nombre de dieciocho mil niños asesinados en el genocidio de Palestina que ya dura dos años. Es un acto convocado por el movimiento Marea Palestina: la educación contra el genocidio en la Plaza de Santo Martino, frente al IES Legio VII. Y es inevitable pensar en esa legión de niños cuyos derechos han sido conculcados, comenzando por el más elemental, el derecho a la vida. 

Ojos que no se abrieron, ojos que se cerrarán sin apenas haberse asomado a un mundo maravilloso del que tuvieron que perdérselo todo, porque alguien decidió señalarles para ganar una triste guerra que les condenó a ser el feroz objetivo. Los más débiles. 

Dentro de unos días, unos cuantos ojos ávidos de novedad volverán a cuajar de vida las aulas de nuestros centros educativos, y nos pedirán respuestas para poder comprender este mundo complejo que parece querer desterrar a veces la inocencia.

Por eso es esperanzador que haya docentes que luchen por los derechos de aquellos a los que educan, aunque les cueste el rechazo o la indiferencia –una de las peores formas de violencia que existen– de los que solo empatizan consigo mismos.

Muy cerca de esa plaza de Santo Martino donde se ha convocado la manifestación, había un museo, llamado Bíblico Oriental, ahora trasladado a otro lugar de nuestra provincia, en cuyas vitrinas se conserva una tablilla datada en el año 2.500 antes de Cristo, en ella reza el siguiente mensaje, escrito en caracteres sumerios: «La escuela es una cosa fundada en los cielos. En ella entran los que vienen con los ojos cerrados. De ella se sale con los ojos despiertos».

Ojalá nuestros niños y niñas encuentren en nuestros centros educativos, ese trocito de cielo que a otros les están negando.

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