Últimamente las noticias sobre el tiempo ocupan gran parte de los informativos en todos los formatos. Hay meteorólogos que se forran haciendo anuncios publicitarios, y es que el mal llamado «cambio climático» mejor, «cuento climático» no tiene límites.
Antes, el tema «del tiempo» nos importaba solo a los que estábamos relacionados con el campo, la agricultura, etc., por estar más afectados por las incidencias climáticas, pero hoy son los urbanitas los que no pueden vivir sin hablar o escuchar las noticias sobre el tiempo.
Es tal el dislate al que nos someten, que, una de dos: O todos somos «débiles de mente» o ellos están convencidos de que es así.
Hoy aparecen meteorólogos por todas partes, tanto de la Aemet como aficionados de cualquier estación o incluso «expertos en cabañuelas», y todos magnifican, elucubran, adjetivan los fenómenos atmosféricos normales, como «danas» ciclogénesis explosiva» «profunda borrasca» –con nombre y todo– «enorme» «excepcional» «histórico» «asombroso» «gélido» vamos, «lo nunca visto». ¡¡Y así todos los días a todas las horas…!!
Cuando leíamos el conocido ‘calendario zaragozano’ de Don Mariano Castillo y Ocsiero, ya éramos conscientes que, con los medios técnicos de la época, poco más se podía decir, salvo aquello de «en verano hará calor, en invierno frío y en medio, nieves en las montañas, borrascas por el oeste, nieblas en el llano y viento en cualquier dirección»
El problema no es eso, sino que hoy con los medios teóricamente casi infalibles, solo nos queda por escuchar lo que decía el sabio de mi padre: «Mañana habrá nieve, niebla, viento, heladas y lloverá mucho, poco o nada o quedará el tiempo como estaba»
¡Ay Dios! ¡vivir para ver!